La Virgen María y Hechos de los Apóstoles

Camilo Valverde Mudarra   

 

San Lucas es también autor de los Hechos que se presentan como una continuación del tercer evangelio. El estilo es el mismo y las ideas coinciden con frecuencia; tal vez aquí esté la razón por la que se encuentran en esta segunda obra tan pocas referencias a la Virgen María; probablemente ya había dicho sobre la madre de Jesucristo todo lo que sabía.

Dirige su escrito a los cristianos de Roma, donde, ya hacia el año 63 en que lo redacta, arraigaba el cristianismo, que va abriéndose camino por todo el mundo y expandiéndose entre la población pagana.

San Lucas se propone con ello demostrar la universalidad de Evangelio y probar la verdad de la doctrina predicada por los Apóstoles. Se interesa por los hechos apostólicos en tanto en cuanto son manifestaciones de un poderoso hálito sobrenatural, expresión de la presencia del Espíritu Santo que continúa avivando la Comunidad y confirmando la predicación de Jesús.

Dice San Lucas en Hechos que:
"Todos ellos hacían constantemente oración en común con las mujeres, con María, la madre de Jesús y con sus hermanos” (He 1,14).

María era miembro de la familia cristiana de Jerusalén, era, incluso, la madre de la familia. Durante la vida pública de Jesús, María no aparece o apenas tiene alguna presencia en sus líneas. ¿Quiere esto decir que María no fue discípula de Jesús?. No. Fue la primera discípula de su hijo. Desde el primer momento de su concepción, estuvo siempre con el alma a sus pies, recibiendo sus lecciones divinas, algunas difíciles de entender, como aquella que le dio a los doce años en el templo de Jerusalén que no acababa de comprender (Lc 2,49-50). Y aunque en la vida pública de Jesús. María no aparece, vuelve a estar presente al final. Aquí está con otras mujeres que serían las mencionadas en el evangelio (Lc 23,49.55; 24,10), las que estuvieron acompañándolo siempre (Lc 8,2-3) y que eran tan discípulas como los demás discípulos.

No se puede dudar de que María estaba también con los discípulos y con las demás mujeres “que lo seguían”, sus discípulas, el día de Pentecostés (He 2,1) y de que, como todos ellos, quedó, una vez más, llena del Espíritu Santo (2,4).

De la Virgen ya no se sabe más. ¿Qué pasó con ella?. ¿Qué haría ella? Lo que ciertamente haría fue meditar todos las cosas que tenía guardadas en su corazón acerca de su Hijo, el Hijo de Dios.