"Proclama mi alma la grandeza del Señor" 

Padre Juan José Palomino del Alamo

 

Lc 1, 46-56

El "Magnificat", cántico de alegría de María, se hace nuestro cántico. Más de una vez alguna Dictadura lo ha considerado subversivo y lo ha censurado y prohibido. Ciertamente el Magnificat es revolucionario, pone patas arriba (perdón por la expresión) el orden establecido. María se alegra, porque Dios se ha puesto a favor de los pobres del mundo. ASÍ, de esta manera:
1º El "Magnificat": Un cántico de acción de gracias:
Lo pronuncia María, no como una persona aislada, sino como hija de un pueblo, el de Israel. Así lo 
entiende San Lucas. María, y con ella su pueblo, canta la grandeza del Señor. El poder de Dios es 
fuente de honda alegría. Los gestos liberadores de Dios parten de los más humildes (con la connotación de servidumbre y despojo) y oprimidos. La mirada, que recibe María, es mirada de amor, que la hace feliz. En María empieza a renovarse la alianza entre Dios y su pueblo. La alegría, que recibe María, la hace proclamar la Buena Nueva, lo que entraña una vivencia gozosa del Señor. Este sentimiento ensancha su corazón y siente la presencia del Señor.
Llega así al punto central de su Cántico: la proclamación de la santidad de Dios. Su misericordia lo hace acogedor y tierno y alcanza a todos. Todo viene de Dios y de su amor gratuito.
2º Contra la muerte: Es contante en la Biblia la preferencia por el débil y oprimido. Y el Magnificat lo repite con más fuerza, si cabe: "derribando a los poderosos y despidiendo sin nada a los ricos". Los
intentos por suavizarlo y quitarle su mordiente ignoran las promesas bíblicas. Se llama inversión
mesiánica: "los últimos serán los primeros". Así, los pobres son designados a partir de una carencia 
cruel: el hambre.
Dos terceras partes del mundo saben bien lo que el hambre significa: muerte temprana e injusta. Es el
resultado del olvido, la exclusión, el despojo, es decir, del pecado. Al final, será la resurrección la victoria definitiva sobre la muerte y sobre todo lo que ésta implica.
La fuerza espiritual del Magnificat está en hacernos ver que la búsqueda de la justicia ha de ser colocada en el marco de la gratuidad del amor de Dios. ¿Hasta dónde llega nuestra fidelidad al evangelio de Jesús, que el cántico de María nos recuerda?
Con María e Isabel renovamos nuestra esperanza entonando el Magnificat: "Dios está de parte de los
pobres y está viniendo para hacer justicia". 
Y nos recreamos con los versos de Lope de Vega en su versión del Magnificat: 
"El Señor engrandece / mi alma, que se alegra en el Dios Santo de mi salud, y crece / porque las vio mis humildades tanto, que bienaventurada de todos / desde hoy más seré llamada.
El que es tan poderoso / y cuyo nombre es santo, a quien le tiene temor, siempre piadoso, / de gente en gente a engrandecerme viene, que al humilde aventaja / y al que es soberbio de su asiento baja.
El pobre lleno vive / de quien al rico pobre envía,
su niño Isabel recibe, / y él se acordó del prometido día a Abraham su ascendiente / y a su posteridad eternamente."

Fuente: avmradio.org