Solemnidad de Santa María Madre de Dios

Padre José Ma. Solé Roma, O.M.F

 

Lc 2, 16-21, Ciclo A

- Los pastores de Belén adoran al Mesías. Son las «primicias» de los infinitos adoradores. La hu­mildad, la sencillez, la pobreza, la austeridad, son disposiciones que preparan el corazón a la fe. Ellos no se escandalizan por la pobreza del Mesías pobre.

- El v 19 es una fina indicación. María oye atenta cuanto dicen los pastores y capta atenta todos los signos y acontecimientos. El Corazón de la Madre es el mejor archivo y la mejor biblioteca de los recuer­dos y de los misterios del Hijo. Lucas ha bebido en buena fuente. Los devotos de la Virgen crecen en el conocimiento y amor de Cristo. ¡Y cuánto nos reve­lará María en el cielo!

- Por la circuncisión, Jesús, hijo de Abraham, se solidariza con una raza pecadora (v 21). Es entonces cuando se le impone el nombre de Jesús revelado por el cielo a María y a José. Jesús = Dios Salva, va a tener el sentido más pleno. Aquel que San Pablo sintetiza en esta tremenda expresión: «Dios a Aquel que no conoció el pecado, por nosotros le hizo pecado, a fin de que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en El» (2 Cor 5, 21). Nos salva de nuestros pecados porque los carga todos sobre Si para expiarlos todos. Y partícipes de su vida (gracia), quedamos plenamente justificados, santificados y salvados: «Gozosos, Señor, hemos recibido los celestes sacramentos; concédenos que nos aprovechen para la vida eterna a quienes nos gloriamos de proclamar a la siempre Virgen María Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia» (Postc.).

 José Ma. Solé Roma, O.M.F,'Ministros de la Palabra', ciclo 'A', Herder, Barcelona 1979.

Fuente: homiletica.com.ar