Solemnidad de la Inmaculada Concepción.

Padre José Ma. Solé Roma O.M.F.

 

Lc 1, 26-38

El Evangelista nos expone el hecho que, es raíz y fuente de la glorificación única de María:

‑ Ella, Madre del Hijo de Dios, es la verdadera “Arca” de Dios (Jn 1, 14). Ante esta “Arca”, Isabel exclama como David al trasladar el “Arca” a Jerusalén: “¿Cómo viene a mí el Arca de Yahvé?” (Lc 1, 43 y 2 Sam 6, 9). El salmista hace saltar al paso del “Arca” montes y collados (Sal 113, 4). En el relato de la Visitación, el Bautista salta de gozo a presencia de María, Arca de Dios (v 41).

‑ En los vv 46‑55 María canta su agradecimiento, por las maravillas obradas en Ella por Dios (47‑49); e igualmente por las que, mediante Ella, realizará en todos los hombres (vv 50‑55). Son las maravillas de la Redención. En ese misterio de la Redención, Ella por ser Madre del Redentor, tiene privilegios que la encumbran por encima de todos los redimidos; ya que por Ella nos llegará a todos el Redentor y la Redención. Por eso nos antecede y supera también en la Glorificación.

- Debemos unir nuestras voces filiales a su Magníficat y cantar al Señor que tanto honró y glorificó a la que es su Madre y la nuestra. En la Fiesta de hoy, sobre todo, honramos esta su máxima glorificación: “Finalmente, la Virgen Inmaculada, termi­nado el curso de la vida terrena, en alma y cuerpo fue asunta a la gloria celestial; y enaltecida por el Señor como Reina del universo, para que se aseme­jara más plenamente a su Hijo, vencedor del pecado y de la muerte” (LG 59).

 José Ma. Solé Roma (O.M.F.),'Ministros de la Palabra', ciclo 'B', Herder, Barcelona 1979

Fuente: homiletica.com.ar