La Boda de Caná de Galilea

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Juan 2:1-11

María está presente en Caná de Galilea como Madre de Jesús, y de modo significativo contribuye a aquel “comienzo de las señales”, que revelan el poder mesiánico de su Hijo. He aquí que: “como faltaba vino, le dice a Jesús su Madre: no tienen vino. Jesús le responde: “¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora” (Juan 2, 3-4). En el Evangelio de Juan aquella “hora” significa el momento determinado por el Padre, en el que el Hijo realiza su obra y debe ser glorificado (cf. Juan 7, 30; 8, 20; 12, 23. 27; 13, 1; 17, 1; 19, 27). 

Aunque la respuesta de Jesús a su madre parezca como un rechazo (sobre todo si se mira, más que a la pregunta, a aquella decidida afirmación: “Todavía no ha llegado mi hora”), a pesar de esto María se dirige a los criados y les dice: “Haced lo que él os diga” (Juan 2, 5). Entonces Jesús ordena a los criados llenar de agua las tinajas, y el agua se convierte en vino, mejor del que se había servido antes a los invitados al banquete nupcial.

…[E]n esta página del Evangelio de Juan encontramos como un primer indicio de la verdad sobre la solicitud materna de María. Esta verdad ha encontrado su expresión en el magisterio del último Concilio. Es importante señalar como la función materna de María es ilustrada en su relación con la mediación de Cristo. En efecto, leemos lo siguiente: “La misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia”, porque “hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también” (1 Tm 2, 5). …[E]l hecho de Caná de Galilea, nos ofrece como una predicción de la mediación de María, orientada plenamente hacia Cristo y encaminada a la revelación de su poder salvífico. 

Por el texto joánico parece que se trata de una mediación maternal. Como proclama el Concilio: María “es nuestra Madre en el orden de la gracia”. Esta maternidad en el orden de la gracia ha surgido de su misma maternidad divina, porque siendo, por disposición de la divina providencia, madre-nodriza del divino Redentor se ha convertido de “forma singular en la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor” y que “cooperó … por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, en la restauración de la vida sobrenatural de las almas”. 

“Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia… hasta la consumación de todos los elegidos”.

Fuente: almudi.org