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Los últimos están ahí, sal a su encuentro
Padre José María Martín, OSA
Lc
1, 39-45
1-
"Tuvo Dimitri que salir, por orden del Señor, hacia un lugar de la
estepa rusa para allí celebrar con El, a una hora determinada, una
importante conversación. En el camino tropezó con un viajero cuyo
carruaje se había atascado. Se detuvo a ayudarle. La operación fue
muy laboriosa, duró largo rato. Al final, Dimitri consultó la hora,
vio que se había hecho muy tarde y reemprendió su marcha a toda
prisa. Voló más que corrió y llegó jadeante al lugar de la cita.
¡Inútil! ¡Dios no había esperado, se había ido ya!, pensó el pobre
Dimitri. Pero, sin embargo, de pronto oyó la voz de Dios que le
dijo:
--Has llegado puntualmente a la cita, pues yo era el arriero al que
se le había atascado el carro.
2.- La verdad es que Dios no cita a sus hijos en lejanos lugares,
sino que sale a nuestro encuentro en la persona de cualquier
caminante que pasa a nuestro lado necesitado de ayuda.
Así actuaba María, quien supo asumir en su vida lo que nos dice la
carta a los Hebreos "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad".
María, siempre atenta a quien pudiera necesitar su ayuda, visita a
su prima Isabel. Demuestra su amor generoso y entregado. Es
solidaria con el necesitado. Nosotros nos pasamos la vida poniendo
excusas para no comprometernos demasiado, quizá por miedo a
equivocarnos, por incertidumbre ante el futuro, por no estar seguros
de nuestras propias fuerzas. María, sin embargo, dijo: "Aquí está la
esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". María entregó a
Dios su propia persona. Es una entrega total, no a plazos o con
matices. Es frecuente ver cómo en Navidad parece que se nos ablanda
el corazón, pero con frecuencia se trata de un sentimiento efímero,
que se nos olvida fácilmente. Es fácil provocar la compasión como
hacen los grandes maratones solidarios de televisión.
Pero ser solidario es algo más. Es vivir de tal manera que "lo que
le pasa al necesitado, a mí me importa y no me deja indiferente".
¡Qué bueno sería que este año pusiera un Belén diferente sin
ángeles, ni pastores ni reyes! En su lugar podría poner estas
figuras: un parado, víctima de la multinacionales, que esconde su
cabeza entre sus manos; un hambriento, que tiene su vientre
hinchado, pero su estómago está vacío; un inmigrante, que no tiene
hogar ni patria y se siente extraña en un ambiente hostil; un preso
que se siente al margen de la sociedad; un enfermo de sida, tumbado
en el lecho de su desesperanza; y tantos y tantos excluidos del
sistema... Cada día la pobreza es una realidad más cercana y difusa,
los pobres son personas que están a nuestro lado, cerca de nosotros.
Si queremos encontrarnos con Jesús, busquémosle en el pobre y seamos
capaces de ponerles en el portal de nuestro corazón.
Fuente:
betania.es
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