|
Encuentro de María con Isabel
Autor:
Lc
1, 39-56
Puesto que María ha aceptado la palabra de Dios con fe profunda,
como reconoce Isabel (Lc 1,45), demuestra su fe a través de la
caridad y va a visitar a su parienta. María aparece como la creyente
cuya fe contrasta con la desconfianza de Zacarías (Lc 1,20). Este
encuentro de las dos madres es en realidad el encuentro de los dos
hijos. Juan inaugura su misión anunciando por boca de su madre el
señorío de Jesús (Lc 1,43), manifestación de su mesianismo y de su
profunda relación con Dios (Lc 2,11). El título de Señor nació de la
comunidad que había experimentado el encuentro con el resucitado (Hch
2,36).Pero en este relato Jesús es llamado así, incluso antes de su
nacimiento. Una prueba más de que estos acontecimientos son
interpretados desde la fe de la Iglesia primitiva.
La respuesta de María al saludo de Isabel, que tradicionalmente
designamos con el nombre latino de «Magnificat», es un salmo de
acción de gracias compuesto de citas y alusiones al Antiguo
Testamento, en especial del canto de Ana, la madre de Samuel (1 Sm
2,1-10). El poema tiene dos partes. La primera es una acción de
gracias personal de María. A pesar de la humildad y pobreza de su
vida, Dios ha puesto su mirada en ella y por eso será llamada
dichosa. Dios se sirve muchas veces de lo sencillo y humilde para
hacer presente su salvación en la historia humana. La segunda parte
del canto, expresa, por boca de María, la acción de gracias del
pueblo de Israel. Todas las promesas dadas a Abrahán y sus
descendientes se cumplen ahora en este niño que va a nacer.
Lucas nos muestra además en este canto un tema de su predilección,
Dios se apiada de los pobres (Lc 6,20-26; 16,19-25). En realidad no
hay aquí sólo una alabanza de los pobres, de los que María es la
representante, sino una concepción utópica de la historia en la que
la misericordia de Dios y la fuerza de su brazo se dirige a derribar
a los ricos y soberbios y a levantar a los pobres y humildes. Los
que cuentan ante los ojos de Dios son los que pasan desapercibidos
para los poderes de este mundo. La tarea del creyente estará en
ponerse en sintonía con esta pedagogía de Dios y trabajar por un
mundo distinto donde esta visión se haga realidad.
Fuente:
lacasadelabiblia.es
|
|