|
Dios cumple sus promesas
Padre
Jesús Martí Ballester
Lc
1, 39-45
1. En
el capítulo 3, Miqueas echa en cara a Sión que su religión es
exterior; no vivía en justicia, caridad y humildad; como
consecuencia del desorden de sus pecados y crímenes: "Sión será
arada como un campo, Jerusalén se hará un montón de ruinas". Si
nuestros gobernantes saludasen al menos la Biblia podrían pensar
alguna vez que sus injusticias y desgobierno no van a quedar
impunes, lo que ocurre es que como navegamos todos en el mismo
barco, todos sufrimos las consecuencias del timonel en cuyas manos
está el gobierno y siempre son los más débiles quienes sufren más
las consecuencias.
2. Pero no queda en destrucción la profecía, sino que en el capítulo
siguiente, el 4, el profeta predice el futuro de la ciudad de Sión,
Jerusalén: "Vendrán todos los pueblos a ella diciendo: <Venid,
subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Jacob; él nos
enseñará sus caminos, y nosotros seguiremos sus senderos>. Pues de
Sión saldrá la ley, y la palabra de Dios de Jerusalén... Cambiarán
sus espadas por azadas y sus lanzas por podaderas, no empuñará más
la espada pueblo contra pueblo... Es decir, en vez de hacer la
guerra destructiva, trabajarán, eso significa empuñar la podadera. Y
después cada cual se sentará bajo la parra y la higuera... "Y ahora
¿por qué das esos gritos?” (Lm 1,2).
3. “Se ha quedado viuda la primera de las naciones, la princesa de
las provincias, en trabajos forzados. Pasa la noche llorando, le
corren las lágrimas por las mejillas” Los gritos proceden de Sión,
es decir, del pueblo abandonado y destruido que sufre el desastre
del castigo, como si no tuviera quien hubiera previsto el desastre
de los huracanes, la dentellada de los atracos, la violencia de
género, el azote del terrorismo criminal. Retuércete y gime, hija de
Sión, como mujer en parto, porque irás al destierro...Compara el
profeta los dolores del parto a los del exilio, no saben hablar
caldeo, no tienen trabajo, no conocen a nadie, se encuentran con
unas costumbres, comidas y vestidos, totalmente ajenos a lo
conocido, trillado y fácil. Tienen que abrirse camino como cualquier
emigrante que hoy llega a otras tierras, si alcanza a alcanzar las
alambradas y amarrar su patera. ¿Es que no tienes rey?". Sí, tienen
rey, pero como si no lo tuvieran, o peor. Pero ahora interviene Dios
en su misericordia: De las ovejas cojas y extraviadas y afligidas
hará un resto y una nación robusta...
4. En el versículo 5, Miqueas culmina, por fin, el proceso
consolador de la acción salvífica: Vencerás a tus enemigos...,
porque de tí saldrá aquel que ha de reinar en Israel... "Tú, Belén
de Efratá, pequeña entre las aldeas de Judá, de tí saldrá el jefe de
Israel". Esta será la respuesta de los escribas a los magos, que
siguiendo la estrella, llegaron a Jerusalén cuando el eclipse.
5. Esta preciosa y grandiosa descripción sintética del Mesías,
traspasó la barrera del tiempo -ocho siglos-, hasta que se cumplió
plenamente en Jesús de Belén, cuyo reino ya está en marcha hasta su
consumación escatológica. Y se cumple también cada día en cada
hombre que nace en Cristo y completa lo que le falta a la redención,
como afirma San Pablo. Así es como Belén, símbolo de pequeñez, se ha
convertido en prototipo de todo lo grande a los ojos de Dios:
"Semilla ayer, árbol hoy - abrazas el cosmos” digo yo en mi
“Oblación Carmesí”. Esperanza de salvación, que no está en lo que
nosotros creemos, sino en la obediencia: "He aquí que vengo a hacer
tu voluntad"[1]. En la obediencia de fe de María: "¡Dichosa tú que
has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá".
6. "Y él será nuestra paz" Miqueas 5, 2. La paz es la tranquilidad
del orden relata San Agustín. Cuando cada cosa está en su sitio-en
su orden-hay paz. Orden con Dios, y entre los hombres. Orden dentro
de cada persona. Y Cristo nos reconcilia con Dios y nos enseña y nos
da fuerza para romper la insolidaridad, para amar a los hermanos, y
sacrificarnos por el bien ajeno, él que viene a hacer la voluntad
del Padre, que es aceptar la muerte.
7. Isabel estéril y anciana, es el signo de la impotencia de los
hombres para salvarse por su cuenta, por eso es figura de la hija de
Sión, que lloraba su soledad y su esterilidad, como relata el libro
de las Lamentaciones. Pero interviene Dios, y comienza la vida:
Isabel concibe a un niño: "Porque para Dios no hay imposibles".
8. Llega la hora de Dios y se hace presente su brazo poderoso, que
libera a los israelitas cautivos, de las manos del enemigo "hasta el
tiempo en que la madre de a luz". La madre que ve el profeta Miqueas
es María que camina ya encinta hacia la montaña. De prisa camina,
porque el amor es presuroso, y el ansia de Dios de santificar al
Precursor es inmensa y pone alas en los pies a su madre. Lo que va a
ocurrir ya todo es gozo; porque la presencia de Dios siempre produce
alegría: el niño que salta de júbilo en el seno de Isabel; ésta que
se llena del Espíritu Santo y proclama en un grito de alborozo:
"¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!"
Lucas 1, 39. ¡Y con qué acento proclamaba Isabel estas palabras, con
qué paz, con cuánto gozo del Espíritu Santo irradiaba su felicidad
ante la presencia del amor de Dios, que estaba presenciando! Y
porque creerán las almas fieles y acatarán con su obediencia todos
los creyentes. Pero como la noche de la fe es muy oscura necesitamos
luz y vista de profeta. Resonó el canto de gloria de María que
"proclama las maravillas del Señor, porque no se olvidó de su
misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de
Abraham y su descendencia por siempre".
9. Con el Magníficat María nos ayuda a captar un aspecto importante
de Navidad como fiesta de los humildes y rescate de los pobres: «Ha
derribado del trono a los poderosos y ha enaltecido a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide
vacíos».
10. María nos ayuda a poner las cosas en su sitio y a no dejarnos
engañar. Nos dice que frecuentemente los valores más profundos se
esconden entre los humildes; que los acontecimientos que más inciden
en la historia suceden en medio de ellos, no sobre los grandes
escenarios del mundo. Belén era «la aldea más pequeña de Judá», dice
la primera lectura del día; sin embargo, fue en ella en la que nació
el Mesías. Grandes escritores, como Manzoni y Dostoiewski, han
inmortalizado en sus obras los valores y las historias de la «gente
pobre». La «opción preferencial» de los pobres la hizo Dios mucho
antes del Concilio Vaticano II. El Sal 138, 6 dice que «el Señor es
excelso, pero se fija en el humilde»; «resiste a los soberbios, pero
favorece a los humildes» (1 P 5, 5). Nosotros hacemos lo contrario.
11. Debemos hacernos pequeños, humildes, al menos de corazón. La
Basílica de Belén sólo tiene una puerta de entrada, y es tan baja
que para entrar hay que agacharse. Fue construida así para que los
beduinos entraran montados en sus camellos. Para penetrar en el
significado profundo de la Navidad hay que abajarse y hacerse
pequeños.
12. San Alfonso María de Ligorio compuso este canto: «Desciendes de
las estrellas, oh rey del cielo». ¿No deberíamos nosotros bajar de
nuestros pedestales de superioridad y de dominio, para vivir como
hermanos reconciliados entre nosotros? Hemos de bajar de nuestros
«camellos» para entrar en la gruta de Belén...
13. Esta es ya la fiesta de Dios. No ha fallado la fidelidad del
Señor, y ellos han sido testigos de su amor, como lo somos hoy
nosotros, que estamos esperando su venida, en la Eucaristía y en
Navidad, que está ya ahí. Que en todos resida el espíritu de María
para glorificar al Señor, y así como ella ayudó a Isabel con la
mayor caridad, primero llevándole la palabra encarnada, y después
prestándole su servicio atento, ayudemos nosotros también a los
hermanos con la Palabra y con el servicio.
14. La prueba ha pasado. También pasará para Jesús que, al entrar en
el mundo, dijo al Padre: "Me has preparado un cuerpo. Entonces yo
dije lo que está escrito en el libro: <Aquí estoy, oh Dios, para
hacer tu voluntad> Hebreos 10, 5.
15. Isabel proclama que María es feliz porque ha creído y ha dejado
actuar al Espíritu Santo, que se ha apoderado de su vida y la ha
hecho fecunda con maternidad humana y divina, por eso el Hijo de
Dios será también el Hijo del Hombre. Isabel y Juan representan el
Antiguo Testamento que esperaba desde siglos la hora dichosa. Al fin
ha llegado María con Jesús. La linda estampa prenavideña de Ain-Karem,
la bella aldea, con María y Jesús en su seno, y con Isabel y Juan
que cantan alborozados la gracia y la misericordia de Dios, señalan
con elocuencia que los proyectos de Dios se cumplen y nos garantizan
que podemos confiar en sus promesas.
16. Acaba de comenzar la humanidad nueva, que es feliz porque ha
creído. Lo somos también nosotros que hemos creído que, "conforme a
esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo
de Jesucristo, hecha una vez para siempre". Y que se cumplirá en
nuestra vocación a la santidad, que con el Espíritu edificamos día a
día.
17. Oblación que va a tener lugar de nuevo sobre el altar en el
misterio eucarístico, como una Navidad anticipada. Al igual que
Cristo se hizo hombre en el seno de María cuando ésta pronunció su:
"Hágase en mí según tu palabra", se transubstanciará por las
palabras del sacerdote, que actúa "in persona Cristi", al decir
"Esto es mi cuerpo", "Esta es mi sangre". El pan y el vino se
convertirán en el cuerpo y la sangre de Cristo para la salvación del
mundo. Una nueva Navidad.
Fuente:
lacasadelabiblia.es
|
|