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«Como María» Hágase en mi según tu palabra
Padre José Antonio Pagola
Lucas 1, 26-38
En
vísperas de la Navidad, la liturgia nos presenta la figura de María
acogiendo en gozo a Dios en su vida. Como subrayó el Concilio, María
es modelo para la Iglesia. De ella podemos aprender a ser más fieles
a Jesús y su evangelio. ¿Cuáles podrían ser los rasgos de una
Iglesia más mariana en nuestros días? Una Iglesia que fomenta la
«ternura maternal» hacia todos sus hijos cuidando el calor humano en
sus relaciones con ellos. Una Iglesia de brazos abiertos, que no
rechaza ni condena, sino que acoge y encuentra un lugar adecuado
para cada uno. Una Iglesia que, como María, proclama con alegría la
grandeza de Dios y su misericordia también con las generaciones
actuales y futuras. Una Iglesia que se convierte en signo de
esperanza por su capacidad de dar y transmitir vida. Una Iglesia que
sabe decir «sí» a Dios sin saber muy bien a dónde le llevará su
obediencia. Una Iglesia que no tiene respuestas para todo, pero
busca con confianza, abierta al diálogo con los que no se cierran al
bien, la verdad y el amor. Una Iglesia humilde como María, siempre a
la escucha de su Señor. Una Iglesia más preocupada por comunicar el
Evangelio de Jesús que por tenerlo todo definido. Una Iglesia del
«Magníficat», que no se complace en los soberbios, potentados y
ricos de este mundo, sino que busca pan y dignidad para los pobres y
hambrientos de la Tierra, sabiendo que Dios está de su parte. Una
Iglesia atenta al sufrimiento de todo ser humano, que sabe, como
María, olvidarse de sí misma y «marchar de prisa» para estar cerca
de quien necesita ser ayudado. Una Iglesia preocupada por la
felicidad de todos los que «no tienen vino» para celebrar la vida.
Una Iglesia que anuncia la hora de la mujer y promueve con gozo su
dignidad, responsabilidad y creatividad femenina. Una Iglesia
contemplativa que sabe «guardar y meditar en su corazón» el misterio
de Dios encarnado en Jesús para transmitirlo como experiencia viva.
Una Iglesia que cree, ora, sufre y espera la salvación de Dios
anunciando con humildad la victoria final del amor.
Fuente:
servitascadiz.com
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