¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

Padre Marcelo Rivas Sanchez

 

Lc 1, 39-45 

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

Miqueas 5, 1-4 De ti saldrá el jefe de Israel

Salmo 79 Señor, muéstranos tu favor y sálvanos.

Hebreos 10, 5-10 Aquí estoy para hacer tu voluntad

Lucas 1, 39-45 ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?  “En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”

Miqueas…

  • Atacó sobre todo a los poderosos que abusan del pobre para robar y oprimir, a los jueces corrompidos.

  • Compuso también magníficos poemas de salvación, entre los que sobresale la profecía sobre Belén.

  •  El Mesías esperado nacerá en Belén, pequeña población de Judá y hará que los seres humanos puedan vivir tranquilos y Él será nuestra paz.

Hebreos 10, 5-10

  • Compara la obra cultual de Cristo con la del Antiguo Testamento.

  • El sacrificio de Cristo con los antiguos “sacrificios” religiosos.

  • A través de esta comparación se nos muestra con profundidad la naturaleza y finalidad de la encarnación.

  •  El sacrificio de Cristo tiene lugar de una vez para siempre y no consiste tanto en la inmolación de una víctima.

  • Habrá una religión de espíritu y verdad.

  • La voluntad de Dios no ha sido la muerte del Hijo, sino el hacer partícipe a su Hijo de la condición humana con el suficiente amor para que todo lo humano quedara transformado.

  • Nuestra santificación consiste en vivir “en Espíritu y en Verdad” esa amistad con Dios. Aquí radica la esencia del Espíritu religioso.

Evangelio

  • Hay que recordar la condición de mujer y la fe de María.

  • El episodio llamado de la visitación, nos relata el encuentro de dos mujeres madres. María, la galilea, va a Judá a casa de su prima Isabel

¿Qué sucede?

  • María se encamina.

  • Isabel pronuncia entonces una doble bendición.  “Llena del Espíritu Santo”

  • María es declarada “Bendita entre las mujeres”

  • Su condición de mujer es destacada; en tanto que tal es considerada amada y privilegiada por Dios.

  • Con un segundo elogio: “Bendito el fruto de tu vientre”

  • Isabel reconoce a la “madre del Señor”, aquella que dará a luz a quien debe liberar a su pueblo, según lo anunciaba el profeta Miqueas

Dios bendice a su pueblo con la paz

·         Bendecir (bene-dicere) significa hablar bien, ensalzar, glorificar.

·         En la Biblia se bendice el nacimiento de Jesús: Zacarías, Simeón, Isabel y María.

·         Todos bendicen a Dios por lo que hace.

  • Pero, al mismo tiempo, Jesús bendice a los niños, a los enfermos, a los discípulos, al Padre.

  • Toda bendición va dirigida a Dios.

  • La oración de bendición es, sobre todo, alabanza de acción de gracias.

  • De este modo celebramos la Eucaristía.

  • Pero también la bendición se extiende a todas las criaturas incluso a las inanimadas: ramos, ceniza, pan y vino.

  • El Espíritu Santo ayuda a Isabel a pronunciar una bendición: “¡Bendita eres entre todas las mujeres y bendito sea el fruto de tu vientre!”.

María mujer de fe.

  • María creyó.

  • Ésta fue su grandeza y el fundamento de su felicidad: su fe.

  • María se convierte en maestra de la fe.

  • Por la fe aceptó cuanto se le anuncia de parte de Dios aunque ella no se pudiera explicar el modo como se realizaría aquel plan.

  • Toda la vida de María se fundamenta en su fe.

  • En María creer, tener fe es darme, ofrecerme a Dios, entregarme a Él ciegamente.

  • Para mí creer es dejarme conquistar por su amor para su causa.

  • Para mí creer es caminar, sufrir, luchar, caer y levantarme, tratando de ser fiel a un Dios que me llama y a quien no veo.

  • Para mí creer es lanzarme en la oscuridad de la noche, siguiendo una estrella que un día vi, aunque no sepa adónde me va a llevar.

  • Para mí creer es sobrellevar con alegría las confusiones, las sorpresas, las fatigas y los sobresaltos de mi fidelidad.

  • Para mí creer es fiarme de Dios y confiar en Él”.

Como María. Ésa es la verdadera fe. ¿Así es también la nuestra?

Hacen falta mujeres. Mujeres

·         Más que las faldas. El corazón bien puesto.

·         Más que voz fuerte. Voz que se escuche con responsabilidad.

·         Más que tomar la calle. Saber tomar decisiones: “no queremos parir más hijos para la sangría diaria. Queremos escuelas. Rechazamos todo tipo de violencia, venga de donde venga… ”

·         En la Biblia encontramos mujeres de mucho temple y valor: Rut, Agar, Judit, Esther, Ana, y por supuesto: el de María de Nazaret, cuyo testimonio encontramos en el evangelio de hoy.

 

Oración después de la Comunión

Tú que nos has dado en este sacramento la prenda de nuestra salvación, concédenos, Padre todopoderoso, prepararnos cada día con mayor fervor para celebrar dignamente el nacimiento de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.  Amén

 Fuente: autorescatolicos.org