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El vino bueno
Padre José María Martín OSA
Jn
2, 1-11
1.- Aunque hemos
terminado ya el Tiempo de Navidad y ha comenzado el nuevo tiempo
litúrgico que es el Tiempo Ordinario, el evangelio de Juan nos
presenta una nueva "manifestación" de Dios ante los hombres. En los
evangelios de la infancia de Mateo y Lucas podemos observar cómo
Jesús colma las esperanzas del pueblo de Israel. Hoy se hace
realidad la revelación que el Padre hace en el momento del Bautismo:
"Este es mi Hijo predilecto". Ahora podemos corroborar esta
afirmación por medio de los "signos" que el propio Jesús realiza.
Juan presenta sólo siete actuaciones extraordinarias de Jesús
--milagros--. Todos ellos son signos de la salvación que Jesús nos
regala.
2.- Jesús aparece en una boda de unos amigos en la que también está
invitada su madre. El comparte la alegría de unos novios y de los
invitados a la boda. Asumió nuestra condición también y sobre todo
en esto: compartir nuestras alegrías y los pequeños detalles de cada
día. A veces nos imaginamos un Jesús totalmente diferente a
nosotros, "galáctico", como si no fuera de este mundo. Pero el se
encarnó con todas las consecuencias....Posiblemente el evangelista
utiliza el recurso de la boda para explicar la relación que quiere
Dios con la humanidad: una manifestación de amor parecido al de los
esposos entre sí. En el Antiguo Testamento encontramos varios textos
proféticos que expresan este mismo amor. Entre ellos destaca Oseas y
el tercer Isaías de la época postexílica que hoy leemos. En Oseas,
Dios se lamenta de la falta de respuesta de la esposa --el pueblo de
Israel-- ante su amor sin límites. A pesar de la infidelidad del
pueblo, Dios sigue mostrando su amor. Nuevamente en el texto
litúrgico de este domingo Dios renueva su deseo de proteger a su
pueblo, pues su tierra tendrá marido y será su "favorita". La misma
alegría que experimenta el esposo con la esposa la encontrará Dios
con su pueblo. Es un mensaje lleno de esperanza ante las maravillas
del Señor.
3.- El texto tiene un gran contenido simbólico: las 6 tinajas
--número imperfecto-- de piedra representan la antigua ley
imperfecta --escrita en tablas de piedra--. Jesús representa la
novedad. El es el vino nuevo que trae la alegría y la felicidad. En
casi todas las culturas el vino representa la alegría de vivir. Pero
la clave está en escuchar lo que Jesús nos dice como nos recomienda
María. El sabe que no ha llegado su hora, pues su revelación
definitiva será en la cruz para el evangelio de Juan. Pero hace caso
a su madre María, que una vez más aparece como mediadora nuestra
como lo fue también ante la cruz, y ordena a los sirvientes: "Llenad
las tinajas de agua". Jesús cuenta con nuestra colaboración, no
somos marionetas, quiere que nosotros también intervengamos en su
obra salvadora, no nos lo da todo hecho. La diferencia entre el vino
del principio y el que ofrece Jesús es abismal. El vino nuevo es El
mismo, que nos invita a su fiesta y quiere entrar dentro de
nosotros. Así nos ama Jesucristo y este es el significado de su
primer signo: viene a llenar de sentido y de radiante felicidad
nuestra vida insulsa y perdida. El está ahí, acudamos a El para
llenarnos completamente de El, fuente de alegría y de amor.
Fuente:
betania.es
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