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“Les falta vino”
Padre José Maria Maruri SJ
Jn
2, 1-11
1. - Un signo, una señal
puede ser una flecha en la cuneta del camino que señala una
dirección. Puede ser una acción humana. Por la ancha acera de la
madrileña calle de Serrano dos hombres se ven, se reconocen, se
abalanzan y se palmotean estruendosamente la espalda. Esa acción es
signo de la gran amistad que une a los dos hombres. Pero para un
hombre, como puede ser un japonés, que no conozca el signo, resulta
una extraña manera de lucha amistosa en plena calle.
San Juan nos dice que el milagro del vino de Caná de Galilea fue un
signo:
* Qué pensaron los novios, no lo sabemos. Tal vez se quedaron en un
gran agradecimiento a un hombre que les evitaba la gran vergüenza de
no haber sabido prever el número de invitados.
* Tal vez, algún comerciante judío vio en ello el gran negocio que
sería convertir el agua en vino bueno.
* Sí sabemos que los discípulos sintieron crecer su Fe en Jesús no
por los seiscientos litros de vino, sino porque el banquete de
bodas, el novio y la novia, la abundancia de vino y la alegría de
los hombres, eran signos, flechas que señalaban desde los antiguos
Profetas, la cercanía del Mesías que ya estaba entre ellos, en su
Maestro Jesús.
2. - Jesús bendice con su presencia y su signo el comienzo de un
nuevo hogar y nos dice que en la vida familiar es muy importante lo
superfluo, lo pequeño y lo insignificante. Jesús no trae al banquete
de bodas el pan o los corderos. Trae un buen vino, y eso que al
parecer, ya estaban todos bastante bebidos.
+ Al ver tantas muestras de familias, malhumoradas, crispadas o
malavenidas, se le viene a uno a los labios, la frase: “les falta el
vino”.
+ Han pasado los años y la rutina ha entrado en el hogar. Falta la
fantasía, la imaginación de la atención, del regalo, de acordarse de
la fecha, de atender los gustos... “les falta el vino”.
+ Ya no se espera nada nuevo, ni se da nada nuevo. Todos se tienen
que contentar con comer la harina, el azúcar y los huevos del
pastel, sin que nadie se ocupe de cocinarlo... “les falta el vino”.
+ Los que fuera de sus casas son educados, amables, encantadores,
siendo en casa ariscos como cardos, con espinas, y eso aunque
guarden las formas del mutuo respeto... “les falta el vino”.
3. - Y es muy importante en la convivencia el amor que lleva a la
creatividad, a la sorpresa, a las muestras del mutuo cariño. A todo
eso que en nuestra adustez celtíbera, nos parece superfluo, pero que
si falta, se agota la alegría de vivir y el hogar se convierte en
pensión, en un mal hotel.
El adusto San Pablo nos dice: “sed cariñosos como buenos hermanos”,
y en otra parte, “revestíos de bondad entrañable, de humildad, de
dulzura, de comprensión”. No abandonemos esos signos, esos detalles
que muestran que existe ese amor, que disculpa sin límites, cree sin
límites, espera sin límites, el amor que no pasa nunca.
Fuente:
betania.es
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