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¿Nos falta algo o alguién?
Padre Javier Leoz
Jn
2, 1-11
1.- Con San Juan, los
milagros de Jesús, toman una palabra: signos. Con ellos se nos va
revelando la riqueza y la grandeza que existe en el Señor. Quien
quiera descubrir la personalidad de Jesús no tiene más que acercarse
al lenguaje y al fondo de sus signos. Comprobaremos, entre otros
aspectos, que su misión tiene un objetivo: la felicidad de las
personas. Hoy, poniendo en marcha los motores del tiempo ordinario,
arrancamos con las Bodas de Caná.
2.- Las Navidades no pueden quedar en el olvido. ¿Para qué ha venido
Jesús? ¿Por qué ha nacido Dios en un pobre portal de Belén? Dios, ha
nacido, para que los hombres reconozcamos su presencia, su amor y su
poder en Jesús. Lo hemos entonado en villancicos, lo hemos formulado
y expresado en belenes, estrellas, comidas familiares o luces; pero,
ahora, nos espera lo más importante: ¡despegar con El para meternos
de lleno en su misión!
La Navidad ha sido un aeropuerto donde Dios ha aterrizado en forma
de Niño. Pero, Dios, nos invita a despegar. A dejarnos conducir por
Jesús y, con El, y de primera mano, meternos de lleno en ese inmenso
horizonte –que es el cielo- donde late el corazón de Dios (en el
corazón de Cristo), donde habla Dios (por los labios de Jesús) o
donde se ve la mano de Dios (en los signos de Jesús).
¿Seremos capaces de despegar? ¿No nos pesarán demasiado los kilos de
consumo que en estos días de fiesta hemos echado al cuerpo pero no
al alma?
Con el Bautismo de Jesús nos colocábamos en pista con El. En las
Bodas de Caná empezamos a divisar todo un paisaje en el que, Jesús,
comienza a regalarnos un suculento vino de primera, que el mundo nos
arrebata o que en la sociedad no se encuentra.
Con San Juan, el signo de las Bodas de Caná, tiene completa vigencia
y actualidad. ¿En dónde echamos en falta la felicidad? ¿Qué
banquetes serían más completos si dejásemos convertir el agua
insípida de nuestra existencia, en licor bueno por el encuentro
personal con Jesús?
3.- La fama de Jesús no puede quedarse relegada a un “niñito” nacido
entre pajas. Ese NIÑO ha crecido, ha sido bautizado y, en el
presente, si lo miramos como si fuese una radiografía, comprobamos
que los rasgos de su persona nos muestran profundidades cuyos fondos
están en Dios.
La popularidad de Jesús la podemos seguir proyectando nosotros
cuando, al analizar la pobre o rica fiesta de nuestra vida, nos
interpelamos en qué debemos cambiar o qué podemos transformar, desde
nuestro testimonio convencido y vivo de que el Señor nos acompaña.
Y sino, al final, miremos a Jesús y como María…digamos: ¡hagamos lo
que Tú nos digas o nos sugieras!
4.- ¿FALTA ALGO?
Si Dios ha aterrizado en el mundo es porque quiere elevar al hombre
al mismo cielo Si Dios ha bajado al mundo es porque quiere compartir
con la tierra el regocijo del cielo Si Dios habla por Jesús es
porque Dios quiere ser, además de escuchado, contemplado Si Dios se
involucra en la fiesta del mundo es porque sabe que le falta alegría
al hombre. Si Dios pone vino bueno al final de una fiesta es porque
nosotros solemos ofrecer de aquel otro que pronto se acaba Si Dios
tarda en transformar algunas cosas de la tierra es porque el hombre
se resiste a ofrecer sus manos Si Jesús no es invitado a muchas
fiestas es difícil que llegue el vino para todos Si Jesús no es
acogido desde la libertad El no se va a imponer por la fuerza Si
Jesús no es invitado a las bodas de la fiesta del mundo siempre
diremos aquello de: ¡falta algo! ¡falta alguien! Por ello mismo,
porque queremos que todo este a punto,¡Ven Señor a nuestra
fiesta!¡Cambia el agua de nuestra tristeza en vino de eterna
alegría!¡Transforma la fiesta postiza en alegría auténtica de
corazón!
Fuente:
autorescatolicos.org
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