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La Boda de Cana
Autor:
Jn
2, 1-11
Caná es una aldea de Galilea, mencionada tres veces en el evangelio
de Juan (2,1; 4,46; 21,2). Flavio Josefo (s. I d.C.) la recuerda en
su autobiografía. En cuanto a su ubicación los pareceres no van de
acuerdo. Los autores medievales con algunos modernos, opinan que se
trata de Kirbet Qana, localidad en ruinas situada en el límite
septentrional de la llanura de Battôf al abrigo deuna montaña. Está
bastante cerca de Séforis, una ciudad importante de Galilea, a unos
14 kms. al norte de Nazaret. Pero de ordinario se localiza a Caná en
la alegre aldea de Kefar-Kana, a unos 8 kms. al nordeste de Nazaret,
en el camino que lleva a Tiberíades.
Un día, en aquella aldea, se celebraban unas bodas (Jn 2,1a).María
estaba entre los invitados a su celebración, quizá por motivos de
parentesco. En efecto, una tradición cristiana del s. XII
(referida,por ej., por Juan de Würzburgo en 1165) dice que Séforis
era la patria de Ana de la que —como atestigua el Proto evangelio
deSantiago (s. II)— nació la Virgen. Y Séforis se encontraba cerca
de Caná.
La invitación se extendió también a Jesús y a sus discípulos(v. 2).
En el origen de este gesto de cortesía había probablementemotivos de
amistad. En efecto, Juan nos informa que Natanael unode los
apóstoles escogidos por Jesús (Jn 1,43-51), eraprecisamente natural
de Caná (21,2).
Según las costumbres del AT, las fiestas de la boda
durabannormalmente siete días (Gén 29 27, Jue 14,12; Tob 11,20),
peropodían prolongarse durante dos semanas (Tob 8,20; 10,8). Y eran
lógicamente la ocasión de un alegre banquete (Gén 29,22; Jue14,10,
Tob 7,14), servido de ordinario en casa del esposo (cf Mt22,2). Por
tanto, se necesitaba —como es fácil comprender— teneruna buena
provisión de vino. Y esto fue lo que falló en Caná (v. 3a).
El malestar de la situación no se le pasó de largo a la atención
femenina de María, que puso al corriente de ello a su Hijo (v.
3b).Después de una respuesta un tanto enigmática (v. 4), Jesús
escuchó la petición de la madre. En efecto, convirtió en vino
copioso el agua contenida en las seis tinajas, puestas allí para las
abluciones rituales que los judíos realizaban antes de sentarse a la
mesa (vv. 6-10). De esta forma Jesús dio comienzo a sus prodigios y
fue aquél el signo que suscitó la fe incipiente de los discípulos en
él como Mesías (v. 11).
Todo esto —podemos pensarlo así—constituye el núcleo de lo que
ocurrió en Caná, durante aquel banquete de bodas que estuvo a punto
de terminar con una amarga desilusión. Juan, que era probablemente
uno de los comensales, registra este episodio en su evangelio.
Cuando él escribe (entre el 90 y el100), recuerda e interpreta al
mismo tiempo. El Espíritu Santo, derramado por Jesús resucitado,
guiaba a la iglesia hacia la comprensión más plena de las palabras y
de los gestos de Jesús (cfJn 14,25-26, 16,13-15). 'Lo que yo hago
—decía el Señor a Pedro durante el lavatorio de los pies en la
última cena— ahora tú no lo entiendes; lo entenderás más tarde'(Jn
13,7). Gracias al don clarificador del Espíritu Juan está en
disposición de penetrar en el sentido arcano que se escondía en
aquel episodio de las bodas deCaná. Justamente él lo define como un
signo (v. 11), es decir, como un hecho que en sus apariencias
exteriores remite a una realidad más intima, más oculta, inherente
en definitiva al misterio mismo de la persona de Jesús.
Fuente:
homiletica.com.ar
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