El Papa desde Pompeya llama a rezar el Rosario y transformar el mundo

 

VATICANO, 7 Oct. 03 (ACI).-Con las históricas ruinas de la antigua ciudad de Pompeya y el colosal santuario mariano como telones de fondo, el Papa Juan Pablo II culminó un nuevo viaje llamando a los fieles del mundo a rezar el Rosario y transformar su entorno. 

Con ocasión de la memoria de Nuestra Señora la Virgen del Rosario, el Pontífice viajó a las 9:15 en helicóptero a Pompeya, cerca de Nápoles (Italia), comenzando así su viaje pastoral número 143 al interior de Italia.

El Pontífice no visitaba el santuario mariano desde el 21 de octubre de 1979, un año después del inicio de su pontificado. En esta ocasión el helicóptero aterrizó en la zona arqueológica de la antigua ciudad, y luego un automóvil trasladó al Santo Padre a la plaza de Bartolo Longo, delante del santuario, colmada por cerca de 30 mil fieles.

Tras el saludo del Arzobispo de Pompeya, Mons. Domenico Sorrentino, el Papa leyó una oración en la que pidió por la paz señalando que “Cristo es nuestra paz. A Él dirigimos nuestra mirada en este inicio del milenio ya tan probado por tensiones y conflictos en todas las regiones del mundo”. 

“Que desde este célebre templo mariano, que el Beato Bartolo Longo quiso construir sobre las ruinas de la antigua Pompeya como signo de paz para los pueblos, la Virgen Santa se muestre a todos como Madre y Reina de la paz”.

Posteriormente tuvo lugar la meditación y el rezo de los misterios luminosos por la paz en el mundo, y a continuación, el Santo Padre pronunció unas palabras.

“La visita de hoy- afirmó-, corona en un cierto sentido el Año del Rosario. Doy gracias al Señor por los frutos de este Año, que ha producido un significativo despertar de esta oración, sencilla y profunda al mismo tiempo, que va al corazón de la fe cristiana y es actualísima frente a los desafíos del tercer milenio y al urgente compromiso de la nueva evangelización”.

Refiriéndose luego a las ruinas de Pompeya, el Santo Padre dijo éstas que plantean “la decisiva pregunta sobre cuál es el destino del ser humano. Son testimonio de una gran cultura, de la que revelan, sin embargo, junto con las respuestas luminosas, también las preguntas inquietantes. La ciudad mariana nace del corazón de esta pregunta, proponiendo a Cristo resucitado como respuesta, como ‘evangelio’ que salva”.

“Hoy –siguió el Papa-, como en los tiempos de la antigua Pompeya, es necesario anunciar a Cristo a una sociedad que se va alejando de los valores cristianos y pierde incluso su memoria”. “En el escenario de la antigua Pompeya, la propuesta del Rosario adquiere el valor simbólico de un impulso renovado del anuncio cristiano en nuestro tiempo”, agregó.

El Papa destacó luego que su peregrinación tenía “el sentido de una súplica por la paz”. “Hemos meditado los misterios de la luz -agregó-, como para proyectar la luz de Cristo sobre los conflictos, las tensiones y los dramas de los cinco continentes”. 

El sentido del Rosario

“Con el ritmo tranquilo de la repetición del Ave María –agregó el Papa-, el Rosario pacifica nuestro ánimo y lo abre a la gracia que salva. El Beato Bartolo Longo tuvo una intuición profética, cuando quiso añadir al templo dedicado a la Virgen del Rosario esta fachada como monumento a la paz”. 

“La causa de la paz entraba así en la propuesta misma del Rosario. Es una intuición que sigue siendo actual al inicio de este milenio, ya azotado por vientos de guerra y ensangrentado en tantas regiones del mundo”, dijo luego el Santo Padre.

Juan Pablo II señaló que “la invitación a rezar el Rosario que se eleva desde Pompeya, encrucijada de personas de todas las culturas, atraídas tanto por el Santuario como por las ruinas arqueológicas, evoca también el compromiso de los cristianos en colaboración con todos los hombres de buena voluntad, de ser constructores y testigos de paz”.

Tras el discurso, la asamblea rezó la Súplica a la Virgen, una oración compuesta por el Beato Bartolo Longo. Luego, mientras se cantaba la Salve, algunos representantes de los cinco continentes depositaron ramos de flores ante la imagen de la Virgen del Rosario.