Fecundo pontificado el de Juan Pablo II

Autora: Alicia Ventura Capilla


Cuando se dio a conocer en 1978 el nombre del nuevo Papa, Karol Wojtyla, nadie imaginó que fuera polaco; que iba a vivir una época llena de contrastes y desorientaciones; que sería el líder más visto de la historia y que, con su Magisterio iluminaría a un incalculable número de personas de todas las culturas y ambientes sociales.
La vida de quien tomó el nombre de Juan Pablo II, parece un rompecabezas en el que siempre ha habido sufrimiento, pero que conformó una rica personalidad en la que sobresalen el buen humor, la visión positiva, la profundidad de pensamiento, la coherencia de sus acciones y un amor excepcional por todo lo relacionado con Dios y el ser humano.
Nació en 1920, en el seno de una familia de ingresos modestos, pero llena de valores. Su mamá murió cuando él tenía 9 años y su hermano mayor falleció cuando tenía 12 años. Antes de su nacimiento, sus padres tuvieron una niña que no vivió mucho.
Desde los 12 años vivió sólo con su papá que lo educó de una manera muy fina ya que lo enseñaba a través de su ejemplo y el diálogo, sin necesidad de golpes o regaños; además le transmitió la afición por la lectura y le enseñó a hablar alemán. De manera natural, le transmitió una gran fe y piedad. En los estudios siempre fue el mejor estudiante, el mejor amigo de su escuela y lo mismo se puede decir cuando practicaba el deporte.
A los 16 años de edad inició su participación en el teatro, que se hizo más fuerte cuando Polonia fue invadida por Hitler y, como seglar, trataba de fomentar el patriotismo de su pueblo, para que tuviera fortaleza para no dejar aniquilar su cultura.
Comenzó a estudiar Filología en la Universidad Jagelloniana en Cracovia, lo que le ayudó a entender algunas filosofías actuales que se basan en el estructuralismo y la hermenéutica. Con el tiempo, profundizó en la Etica y su inquietud intelectual, lo hacía tener reuniones con especialistas que explicaban los hallazgos de las ciencias que cultivaban.
A causa de la invasión de los nazis a Polonia, tuvo que interrumpir sus estudios y trabajar como picapedrero y como obrero para evitar ser deportado. Estas experiencias le hicieron comprender el mundo laboral y apreciar la dignidad humana de sus compañeros y la importancia del trabajo en la vida del hombre.
Solía asistir a la misa entre semana y, siempre aseguró que ahí conseguía la fortaleza necesaria para resistir una vida tan dura y con poco alimento. El ser obrero le permitía estudiar y, entre otras cosas leyó a Luis Grignion de Montfort que le ayudó a mejorar su devoción a la Santísima Virgen.
Un hito importante en su vida fue su encuentro con Jan Tyranowski, seglar, que lo introdujo en algo que llamó el Rosario Viviente, en el que transmitía a grupos de jóvenes la necesidad de llegar a la santidad personal y de hacer apostolado. También lo inició en el conocimiento de la obra literaria de San Juan de la Cruz; que lo llevó a querer imitar a Cristo y a rendirse a la misericordia de Dios.
Aparte de la lectura de los clásicos, Karol comenzó su labor de escritor y seguía participando en la resistencia polaca a través de la cultura, especialmente el Teatro Rapsódico, en donde hubo una escisión y comenzó a dirigirlos Kotlarczyk que afinó su dicción, su ritmo y su sentido de conexión con la audiencia y transmitía a los jóvenes un sentido de que tenían que evocar en el público sentimientos de trascendencia y patriotismo.
Cuando tenía 20 años, falleció su padre y sintió fuertemente la soledad y comenzó a orar con mayor profundidad. Entre los 21 y los 22 años de edad, Karol comenzó un proceso de alejamiento de sus proyectos. Siempre afirmó que el ejemplo de oración y de sacrificio de su padre, fue para él como un seminario doméstico. Poco a poco fue surgiendo su vocación sacerdotal que no comprendieron sus amigos y tuvo que ser muy claro en su decisión; entonces, se adhirió a un Seminario clandestino, porque la Gestapo quería controlar la formación del clero polaco.
Tuvo un poco de dificultad al estudiar la Metafísica, que se enseñaba de manera tediosa; pero, en cuanto la entendió, le gustó muchísimo. Fue seminarista ejemplar y sus compañeros se percataron de su inteligencia y de su piedad.
En 1945 salieron los nazis de Polonia que cayó en manos de los soviéticos. Siguió su preparación en el Seminario y se ordenó sacerdote el 1 de noviembre de 1946. Del grupo Rosario Viviente, llegaron al sacerdocio 10 muchachos, lo que habla de la formación que recibieron de Tyranowski, el seglar que era sastre y los introdujo en una vida espiritual más profunda.
Wojtyla fue enviado a estudiar en Roma. Conoció a grandes teólogos. En 1947 fue a conocer al Padre Pío y se impresionó de la forma como celebraba el Sacrificio del Altar. También fue a Ars que, donde su cura, a pesar de su poca capacidad para el estudio, fue un sacerdote que se convirtió en el confesor más buscado de su época por su santidad.
Su tesis doctoral la dirigió Garrigou Lagrange, Profesor del Angelicum, Universidad Pontificia dirigida por dominicos y su tema fue “La doctrina de la fe según San Juan de la Cruz”. Terminó sus estudios doctorales en 1948, con las más altas calificaciones. En junio regresó a Polonia. En diciembre recibió el título de doctor por la Universidad Jagelloniana.
Se dedicó a un intenso ministerio sacerdotal de predicar, impartir sacramentos, celebrar la Santa Misa. Puso un acento especial en los jóvenes, la formación para el matrimonio y las familias. Además escribía colaboraciones periodísticas. Vivió momentos muy difíciles a causa de la persecución marxista.
Académicamente, impartió clases sobre ética social, profundizó en la ética filosófica de Max Scheler, de Kant y de Santo Tomás de Aquino. Habló sobre “Norma y felicidad”. Poco después profundizó en la ética sexual y concluyó con unas clases sobre “Teoría y Metodología de la Etica”.
Para que pudiera dar clases en la Universidad, consiguió un segundo doctorado que concluyó en 1954. Comenzó a dar clases en la Universidad Católica de Lublin, que en medio de muchas dificultades, sus alumnos trabajaban muy duro para sobrevivir a las presiones del gobierno.
En 1958, Karol Wojtyla fue nombrado Obispo Auxiliar de Cracovia y en 1959 comienza a trabajar en el Vaticano II; donde laboró intensamente en los temas del humanismo, la reforma litúrgica y en ver a la Iglesia como “pueblo de Dios”. También participó en el debate sobre la revelación.
En 1963, en diciembre, es nombrado Arzobispo de Cracovia por el Papa Paulo VI. Entonces participó en el debate de la libertad religiosa y en el de la vocación de los laicos. Cuentan que tenía una gran habilidad para escuchar a todos, para hacer un resumen de lo expuesto y para rectificar lo dicho hasta que todos estuvieran de acuerdo.
Su vida como arzobispo, sus experiencias, las va a publicar pronto; esto es inusitado en un Papa. Se puede decir que le tocó vivir una época en que se procuraba por todos los medios el quitar la religión de Polonia. Wojtyla era suave en la forma y enérgico en lo que veía que era su deber. Siempre cultivó una seria vida espiritual en la que sobresalen el trato con la Santísima Trinidad, con la Virgen María, los ángeles y los santos.
Siguió practicando deportes, trabajaba incansablemente y vivía con mucha sencillez. En 1967 fue nombrado cardenal por Paulo VI, en esa época comenzaron sus viajes y pudo ver de cerca la situación de la Iglesia en otras latitudes.
Por otro lado, seguía escribiendo, lo mismo ensayos que poemas. En su vida episcopal se enfrentó a que se construyera una iglesia en un complejo habitacional que pretendía ser un modelo socialista, sin Dios. Finalmente, se pudo edificar la Iglesia.
Al morir Juan Pablo I, el 22 de octubre de 1978, Karol Wojtyla, con el nombre de Juan Pablo II inauguró solemnemente su ministerio, como sucesor de San Pedro, Pastor de la Iglesia Universal. Desde un principio, los soviéticos vieron con muy malos ojos su elección. La valentía del primer papa polaco, la veían como un riesgo para su política.
Inició su pontificado haciendo al mundo un llamado para que no tuvieran miedo a abrirse al Redentor. El 12 de noviembre tomó posesión de su sede romana en la basílica de San Juan de Letrán. El 11 de diciembre, trigésimo aniversario de la Declaración Universal de los derechos del hombre, Juan Pablo II pidió libertad para todos.
Su primera visita al exterior la hizo a México, a la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrado en Puebla y ahí vio que su vocación era la de viajar por todo el mundo, proclamando el Evangelio.
Desde entonces su actividad ha sido extenuante y fecunda. Ha estado en 604 ciudades de 130 naciones. Ha dado 20,341 discursos y concedido 1,218 audiencias generales. Ha publicado 13 encíclicas, 13 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas y 41 cartas apostólicas. Aparte publicó el Catecismo de la Iglesia Católica, que es una obra cumbre de colegialidad con todos los obispos del mundo, que tuvo 9 distintas redacciones. También puso en práctica el nuevo Código de Derecho Canónico.
Es imposible saber cuántas conversiones ha logrado o cuántas vocaciones para seguir a Cristo más de cerca o para llegar al sacerdocio. El promedio de su trabajo diario es de 18 horas y ha recorrido más de 1,400,607 Kilómetros en sus viajes que equivalen a 28.3 vueltas a la tierra.
En cuanto a la salud, aparte del atentado que sufrió, ha tenido 6 operaciones y le han quitado 2.5 metros de intestino. Tiene Parkinson y artrosis, con muchos dolores. Su falta de energía física, no ha conseguido que siga orientando sabiamente al Pueblo de Dios.