Tú puedes ser la voz del Papa

Julia Cardenal

 

Con agradecimiento profundo seamos generosos ofreciendo sufragios por el descanso de su alma. Unámonos a millones de oraciones y a la de Juan Pablo II (quien nos dijo “No temáis”) por el próximo Papa.


Desde que la salud de Su Santidad Juan Pablo II empeoró, comenzaron a llegar muchos correos electrónicos con mensajes y hermosos testimonios. Deseo comentar uno de ellos, que creo resume todo lo que hemos experimentado estos días.

Lo mandó una persona que estuvo en Roma en los momentos duros que vivió el Santo Padre, al serle imposible hablar a sus hijos que habían llegado a verle. Primero sintió dolor, pero mientras contenía su llanto vio a su alrededor mucha gente que lagrimeaba. Luego le entró rebeldía y le reclamó a Dios por darle ese sufrimiento al Papa. Al cerrarse las cortinas detrás del Pontífice escuchó a un joven murmurando entre el dolor: “Yo te prestaré mi voz”. Por medio de estas palabras tuvo la respuesta...

Entre sentimientos encontrados, huérfanos, pero orgullosos de haber tenido un Papa que, a pesar de lo duro que le tocó, fue un verdadero representante de Cristo en la Tierra. 
¿Estamos dispuestos a prestarle nuestra voz para transmitir sus mensajes al mundo? ¿Le prestaremos nuestro esfuerzo y entrega para que, siguiendo sus enseñanzas, que son las de Cristo, podamos construir una sociedad donde reine el amor de Dios? Que las oraciones de millones de hijos que sostuvieron a Juan Pablo II, en sus horas más difíciles, no queden estériles.

Así como este gran promotor de la paz vivió para servir a los demás, ahora que el Señor lo ha recibido con un fuerte abrazo, nos toca a nosotros servirle siguiendo sus pasos de fidelidad fuerte y dulce. Nos lo podemos imaginar en la presencia de la Trinidad Santísima, vivo para siempre en la mansión eterna. La misericordia de Dios Padre, que le acompañó siempre, lo recibió en el cielo, morada definitiva del amor. 

Además de tener una clara visión histórica, de ser un líder magno, gran intelectual y destacado filósofo fue una persona cálida, amistosa, alegre, abierto a las relaciones personales, valiente, resistente al sufrimiento y con una ejemplar dignidad. 

Juan Pablo II, a pesar de muchas críticas y presiones, logró discernir y revelar la decadencia de la sociedad europea y cómo la Iglesia Católica sufre esa crisis de sentido e identidad con ella. Fue fiel a la irrenunciable misión que Dios le confió de custodiar los derechos de los hombres, la paz, la vida, la familia y la dignidad de las personas, llevándolo a su oposición al aborto, manipulación de embriones, al divorcio, al control natal, al “matrimonio” entre homosexuales y a la eutanasia. 

Así como el apóstol Juan fue muy mariano y como el apóstol Pablo, el más viajero de los papas. Respetó las diferentes creencias religiosas ganándose el afecto y admiración de muchos líderes en el mundo, personas de buena voluntad que se han unido a nuestro dolor y oración. 

A nosotros, sus testigos, nos deja como privilegio y responsabilidad la difícil, pero obligada tarea de continuar su trabajo, pidiéndonos que nos levantemos y nos lancemos al océano del mundo, para recristianizarlo promoviendo la cultura de la vida que él tanto soñó. Él estaba consciente de que fue puesto en la sede de Pedro por el Espíritu Santo, para esforzarse en acercar a hombres a Dios, pero también sabía estar de paso en este mundo, pues decía “después de un Papa viene otro”.

Con agradecimiento profundo seamos generosos ofreciendo sufragios por el descanso de su alma. Unámonos a millones de oraciones y a la de Juan Pablo II (quien nos dijo “No temáis”) por el próximo Papa. 

Juan Pablo II fue un padre que veló por la unidad en su familia, la Iglesia. Nos habló en sus encíclicas, homilías, discursos, cartas, libros y con su ejemplo. Sus acciones fueron las de un alma íntimamente unida a Jesucristo con la fuerza de la palabra de Dios.

Podemos decir de este vicario de Cristo: “Todo lo hizo bien” (Mc 7,37). Entre sus frases más conocidas, que nos pueden guiar para prestarle nuestras voces, son: “La libertad, en todos sus aspectos, debe estar basada en la verdad”. “La vida humana debe ser respetada y protegida desde el momento de la concepción”. “La familia está llamada a ser templo... El futuro depende, en gran parte de la familia, lleva consigo el porvenir mismo de la sociedad; su papel especialísimo es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz”. “Abrazar la palabra de Dios en toda su pureza e integridad, y difundirla con el ejemplo y la predicación, es una gran misión”. “No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón”. “Queridos jóvenes, sólo Jesús conoce vuestro corazón, vuestros deseos más profundos. Sólo Él, que os ha amado hasta la muerte, (cfr Jn 13,1), es capaz de colmar vuestras aspiraciones. 

“Sus palabras son palabras de vida eterna que dan sentido a la vida. Nadie fuera de Cristo podrá daros la verdadera felicidad”. “Cuando reza el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María”. “Es hora de redescubrir el valor de la oración, su fuerza misteriosa, su capacidad de volvernos a conducir a Dios y de introducirnos en la verdad radical del ser humano”. 

Publicada 7 de abril 2005, El Diario de Hoy