Vicario en la tierra 

Padre Peter-Hans Kolvenbach, S. J.


EL Santo Padre Juan Pablo II ha sido acogido en la Luz Eterna. Según nuestra tradición, todos los miembros de la Compañía deben ofrecer la Eucaristía por el Santo Padre. Además, en los templos confiados a la Compañía debe tenerse una adecuada celebración litúrgica con la participación del pueblo. Con profunda tristeza, rogamos por la paz eterna de aquél a quien la Compañía ha estado unida por un vínculo especial de misión y servicio.

Cuando en uno de los últimos días del año 2004 el Santo Padre me recibió durante cerca de treinta minutos en su biblioteca, nada dejaba prever todavía que el fin de su intensa vida pastoral estaba cercano. Es cierto que su voz era muy gutural, pero del todo comprensible.

Como todos los años, el Santo Padre había querido confiarme personalmente las intenciones del Apostolado de la Oración para el nuevo año. Agradeciendo a la Compañía también por este servicio, que llega al menos a cincuenta millones de fieles, el Santo Padre me reiteró su admiración de ver una familia religiosa asumir una actividad apostólica tan importante para la Iglesia, como es la de promover la oración de los fieles por las intenciones del Pastor universal.

Es ésta una misión característica de quienes creen en su vocación de ser contemplativos en la acción apostólica. Le renové la promesa de acompañarle de modo particular con la oración, como él mismo lo había pedido, en su sufrimiento y en su ofrenda de fortaleza y amor hasta el último instante de su vida por la Iglesia.

Demos gracias al Señor por el don que fue su «Vicario en la tierra» para la Iglesia, para la Compañía y para el mundo en un periodo tan importante, doloroso y complejo de la historia.

Peter-Hans Kolvenbach, S. J. prepósito general de la Compañía de Jesús-05-04-2005 

Fuente: analisisdigital.com