La tumba de Juan Pablo II. Un sepulcro lleno de luz 

Jesús Carlos Chavira Cárdenas


Aquel nicho era el más iluminado. Su forma semicircular, parece cobijar y abrazar al que ahí descansa en paz. Recién pintado de blanco, aún se percibe, aunque muy ligeramente, el peculiar aroma a «casa nueva»: Es la morada donde reposan los restos del Papa Juan Pablo II, en las Grutas Vaticanas, en la parte baja de la Basílica de San Pedro.

La lápida de mármol blanco fue colocada a nivel del piso, como el Vicario de Cristo quería, a ejemplo de su antecesor Pablo VI, quien fue modelo importante en su vida episcopal y Papal, y cuyo sepulcro fue modelo a seguir para «Karol, El Grande», como se le llama en Roma, desde el día de su muerte.

La diferencia es que la lápida de Pablo VI es de color cobre. Y la de Juan Pablo II, incluyendo las paredes, refleja la figura blanca y luminosa de aquél que fue el primer Papa polaco de la historia, y que irradió luz en todos los países que visitó. Sobre su superficie está inscrito, en letras doradas, el nombre de Ioannes Paulus PPII, 16-X-1978, 2-IV-2005. Un pequeño cirio colocado dentro de un vaso rojo y una base de cruz dorada, mantiene firme su pequeña flama encendida al pie de la lápida. En la parte posterior, follaje verde dentro de un recipiente, se levanta y abre como una fuente de vida: Vida Eterna de la que ahora está gozando; vida que fue como un árbol cuya sombra cobijó al mundo entero. Custodia la tumba, Aquélla a la que Juan Pablo II dedicó su Pontificado: La Virgen María que, representada en un bajorrelieve color beige, tiene sobre su regazo al Niño Jesús, bajo la custodia de dos ángeles con sus alas abiertas.

Cerca de la Virgen de Guadalupe

Su sepulcro está ubicado a mano derecha y en dirección del Altar de la Capilla de la Confesión, donde, el 2 de noviembre de 1979, el mismo Pontífice celebrara la Misa por los difuntos Sucesores de San Pedro al inaugurar la gruta para los peregrinos. Con Juan Pablo II, ahora reposan 148 Papas –de 264–, así como dos reinas: Cristina de Suecia y Carlota de Chipre.

La gruta de las tumbas Papales se encuentra aproximadamente a tres metros bajo el piso interior de la Basílica de San Pedro. La tumba de Juan Pablo II, está casi en dirección a la cúpula del Recinto Sagrado, y a mano derecha del sepulcro de San Pedro, mientras que a la izquierda, esta la Capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, y de la nación mexicana, misma que, a petición del Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, Arzobispo de la Ciudad de México en 1983, fue concedida por el Vicario de Cristo. Antes de llegar al sepulcro de Juan Pablo II, se encuentra el de Pablo VI, Juan Pablo I, Marcelo II, Benedicto XV, e Inocencio IX, así como el de la Reina Carlota de Chipre.

El pasado martes, al mediodía, los primeros en entrar a visitar la tumba de Juan Pablo II, fueron cerca de seis mil miembros de la prensa internacional –incluido Semanario–; la cita fue a las 6:20 pm, tras la celebración de la quinta Misa solemne del novenario. El Colegio Cardenalicio bajó por las escalinatas hacia la gruta y, de dos en dos, hicieron una reverencia ante la tumba; después, cinco religiosas polacas, Siervas del Sagrado Corazón –mismas que atendieron al Sumo Pontífice– se arrodillaron, oraron ante la tumba y dieron un cálido beso al frío mármol blanco, ante la mirada fija del Maestro de Celebraciones Litúrgicas, Mons. Piero Marini; al día siguiente, es decir, el pasado miércoles, las puertas de las grutas se reabrieron a los peregrinos, para que pudieran visitar y orar ante la tumba de aquél que llaman ahora, «el Papa de todos».
Mientras llega ese momento, la Iglesia ora con ferviente fe: «Unida a María, la Madre de Jesús, la Iglesia, llamada a perseverar unánime en la oración, siguiendo el ejemplo de la primera comunidad cristiana, eleva humildes e insistentes oraciones al Señor para que ilumine las mentes de los electores para lograr la unánime elección del nuevo Papa».

Fuente: Semanario, Arquidiócesis de Guadalajara. México