Juan Pablo II: 25 años de Evangelización al servicio de la Paz y la Libertad del Hombre 

Kleber A. Salazar


"Si el Señor te ha llamado, debes llevar la Iglesia hasta el tercer milenio" Stefan Wyszynski, Cardenal Primado de Polonia, 1978

El próximo 16 de octubre Karol Wojtyla, elegido en 1978 como sucesor de Pedro, cumplirá 25 años de pontificado al servicio de la paz y la libertad del hombre. En la víspera de esta celebración inédita, Juan Pablo II ha pedido que los católicos sigan rezando para que él pueda "cumplir fielmente la misión que el señor [le] ha confiado". El Santo Padre, quien cumplió 83 años de edad, ha expresado que "ninguna condición ni edad pueden ser consideradas un obstáculo para una vida perfecta".

El Papa de la paz y la libertad del hombre Juan Pablo II ha sido calificado por cardenales, colaboradores de curia y escritores como el Papa "de la paz" o de la "libertad del hombre" y de los "derechos humanos". Resulta imposible concebir el mundo actual sin la presencia y la influencia de Juan Pablo II. Los últimos 25 años han marcado un giro dramático en el rumbo histórico de la humanidad, donde la figura central del Pontífice ha dado validez espiritual a los eventos más significativos del último siglo. El Papa se ha convertido en "una figura moral muy importante" y un referente para los diferentes gobiernos del planeta.

Para el escritor Vittorio Messori, autor del libro entrevista con Wojtyla titulado "Cruzar el umbral de la esperanza", el principio estratégico del actual pontificado ha sido "la máxima apertura al otro, a cualquier otro." Como lo ha señalado el mismo Juan Pablo II, la base de su trabajo apostólico "Ha sido un diálogo a veces incluso temerario con las otras religiones y con el mundo laico, sin excluir al agnosticismo y el ateísmo".

Profeta del Tercer Milenio

Preparar la Iglesia para atravesar gallardamente el "umbral de la esperanza", que la introdujo en el tercer milenio, ha sido la vocación, la tarea principal, la gozosa fatiga pastoral de Juan Pablo II. Este afán ha marcado y condicionado, en el sentido más positivo del término, estos años del pontificado. Así, pues, bien podemos decir que en el programa del Papa Wojtyla, desarrollado durante los últimos 25 años de Ministerio Petrino, en orden a preparar con la Nueva Evangelización la Iglesia para la aventura del Tercer Milenio, está reflejado perfectamente el perfil del Papa.

Una de las frases más célebres del Pontífice que recoge el espíritu de sacrificio por un mundo doliente e insensato, fue la que dijo aún convaleciente luego del atentado que sufrió contra su vida:

"Por medio de María quisiera expresar hoy mi gratitud por el don del sufrimiento... Quiero agradecer este don. He comprendido que es un don necesario. He meditado, he vuelto a pensar en todo esto durante mi hospitalización. Y he encontrado de nuevo a mi lado la gran figura del cardenal Wyszynski, Primado de Polonia... Al comienzo de mi pontificado me dijo: Si el Señor te ha llamado, debes llevar la Iglesia hasta el tercer milenio con la oración, con diversas iniciativas; pero he visto que esto no basta: necesitaba llevarla con el sufrimiento, y con sacrificio".
Debemos pensar, sin embargo, que estamos en la fase más fecunda y espléndida del Pontificado. Sí, porque Juan Pablo II, muy lúcido de mente pero limitado en su constitución física y marcado por el dolor, trata de hacer, dentro naturalmente de lo posible, su vida normal de Pontífice, llevando adelante con inmenso esfuerzo toda su labor pastoral. Y la realiza acompañado por el sufrimiento, es decir, por el fenómeno que puede hacer más fecunda nuestra labor, si es que creemos de verdad en el valor salvífico y en la fuerza evangelizadora del sufrimiento.

En la persona del Vicario de Cristo se cruzan las debilidades físicas, se cruzan en él las penas y angustias cada vez más crecientes de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, de todos los pueblos, especialmente de aquellos más pobres como son los de América Latina, Asia y África; se cruzan los sufrimientos de toda la Iglesia que se acumulan en el vértice de la misma. Y a todo ello se une la fatiga personal, producida por una entrega sin reservas al Ministerio Petrino, al que el Papa sigue ofreciendo plenamente todas sus energías.

Realmente, causa profunda admiración, observar a un Papa que no se rinde ante la edad o quebrantos de salud, es decir, ante el sufrimiento, sino que, sin ocultar o disimular el dolor y las carencias físicas, sabe hacer de ello un elemento decisivo de su estrategia evangelizadora con un esfuerzo y una generosidad que son notas características de su perfil humano.

Así, pues, el Papa se presenta hoy ante las gentes con lo que tiene, que es el sufrimiento, considerándolo un fuerte y eficaz recurso de evangelización. De esta manera, Juan Pablo II conduce a la Iglesia y a la humanidad, llevando la cruz de Jesús. Así se parece de verdad al Divino Redentor, presenta su misma fisonomía.

Es claro que el Pontificado de Juan Pablo II, su vida sacerdotal, a medida que avanza el tiempo, se va identificando cada vez más con la cruz de Cristo. Ante este mundo el Papa se presenta como Profeta e Icono del sufrimiento y con este perfil, resulta ser el más grande evangelizador. Se ha dejado ver de manera especial en sus contactos con "los marginados de la sociedad, los marginados de la Iglesia, los fracasados y los que sufren, los que presentan interrogantes, los desanimados y abandonados".

Estos son los rasgos que retratan ahora el fascinante perfil del Papa, el cual predica, trabaja, evangeliza incansablemente, a pesar de estar "enfermo, marcado por el sufrimiento, cansado, como un anciano, que en los momentos de esfuerzo físico habla con visible fatiga".

El más grande evangelizador

El mundo tiene hoy más que nunca necesidad de la "sabiduría de la cruz" y Juan Pablo II la enseña con el testimonio. Hace 25 años, el 22 de octubre de 1978, en la Misa de la Inauguración solemne del Pontificado el Papa lanzó un desafío impresionante a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. "Abrid de par en par las puertas a Cristo..." "¡No tengáis miedo!".

La característica fundamental del perfil de Juan Pablo II es ciertamente la de evangelizador. En el mundo laico impresiona más naturalmente la infatigable labor del actual Pontífice como defensor de la libertad y dignidad del hombre, defensor de los derechos humanos y esto es lo que el Papa pone siempre de relieve. "Es el camino de la pobreza el que nos permitirá transmitir a nuestros contemporáneos los frutos de la salvación. Como obispos, estamos llamados por lo tanto, a ser pobres al servicio del Evangelio; a ser servidores de la Palabra revelada, que en caso necesario elevan la voz en defensa de los últimos; a ser profetas que ponen de manifiesto con coraje los pecados sociales vinculados al consumismo, al hedonismo, a una economía que produce una inaceptable distancia entre lujo y miseria, entre pocos malos e innumerables Lázaros condenados a la miseriaM".

Con su mirada y su atención totalmente centrada en Jesucristo "Evangelio de Dios", "El primero y el más grande evangelizador" (EN 7) y por lo mismo paradigma absoluto para todos los que se dedican a la tarea de evangelizar, bien podemos decir que Juan Pablo II, siguiendo fielmente las huellas del Señor y en su nombre, es sin duda alguna, el más grande evangelizador de los tiempos modernos.

Fuente: Fuente de Misericordia