Juan Pablo II y la familia

Yusi Cervantes

 

Sucedía a veces que me despertaba de noche y encontraba a mi padre arrodillado, igual que lo veía siempre en la iglesia parroquial. Entre nosotros no se hablaba de vocación al sacerdocio, pero su ejemplo fue para mí en cierto modo el primer seminario, una especie de seminario doméstico.
(Juan Pablo II, Don y misterio, autobiografía) 

«Nuestro Dios, en su misterio más intimo, no es una soledad, sino una familia, puesto que lleva en sí mismo paternidad, filiación y la esencia de la familia que es el amor. Este amor, en la familia divina, es el Espíritu Santo. EI tema de la familia no es pues ajeno al tema del Espíritu Santo». Así habló el Papa Juan Pablo II durante su homilía en Puebla el 28 de enero de 1979, en vísperas de la III Conferencia Episcopal de los obispos latinoamericanos. El tema de la familia fue una preocupación constante en su pontificado. El cardenal Alfonso López Trujillo, en su conferencia La familia en el pontificado de Juan Pablo II, habla de este asunto:

«La proclamación entusiasta del evangelio de la familia y de la vida, como «estupenda noticia» y la profundización en la identidad y misión de la Iglesia doméstica, santuario de la vida, como verdad que humaniza plenamente a los esposos, a los hijos y a la humanidad, ocupan sin duda un puesto privilegiado en el corazón del Pastor universal.
«Como Maestro de la fe, su magisterio ha asegurado y garantizado la identidad y la dinámica evangelizadora de la familia, única institución en el designio creador de Dios, capaz de formar integralmente al hombre. Ha consagrado sus energías no sólo para anunciar, sino también para liberar la verdad, rescatándola de la tormenta de una crisis en una sociedad enferma, que deshumaniza… 

«Un avanzado proceso de secularismo, que ha pretendido desterrar a Dios de la sociedad, vacía al hombre y lo precipita a su degradación, arrancando los valores centrales de la familia y de la vida». 

Los documentos más importantes de Juan Pablo II sobre la familia, mencionadas por el cardenal, son la exhortación apostólica Familiaris consortio, fruto del Sínodo sobre la familia de 1980, el primero de su pontificado; la Carta a las familias, Gratissimam sane, con ocasión del Año internacional de la familia, en que retoma, profundizándolos, temas centrales para la identidad de la familia y su misión; y la encíclica Evangelium vitae, el más vigoroso anuncio y defensa del evangelio de la vida. Hay que mencionar también escritos como la Mulieris dignitatem -en que subraya la misión irreemplazable de la mujer como esposa, madre, hermana, y el beneficio que aporta a la sociedad en su progresiva inserción, sin discriminación-; la Carta a los niños -en que aboga por un diálogo lleno de ternura por la dignidad del niño, tantas veces conculcada-; y las «Catequesis del amor humano», recogidas con el título de «Varón y Mujer los creó». 

Familia, sé lo que eres 

En la exhortación apostólica Familiaris consortio sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual, escrita en 1981, el Papa utiliza una frase que resume en buena medida su mensaje en torno a este tema: «Familia, sé lo que eres». El Papa, a lo largo de su pontificado, enseñó acerca de lo que la familia es en la sociedad a la luz de la fe. Exhortó a los pastores a «prestar particular solicitud a este sector, sin duda prioritario, de la pastoral». Exhortó a los gobiernos y a la sociedad en general a respetar los derechos de la familia, entre otras cosas, presentando la Carta de los Derechos de la Familia elaborada por la Santa Sede a los organismos y autoridades interesadas. Finalmente, exhorto insistentemente a las familias de todo el mundo a ser lo que son y a cumplir su misión. En la Familiares consortio, el papa Juan Pablo II menciona cuatro cometidos generales para la familia: la formación de una comunidad de personas, el servicio a la vida, la participación en el desarrollo de la sociedad y la participación en la vida y misión de la Iglesia.

Pero todo parte del amor, que es «la vocación fundamental e innata de todo ser humano». Los esposos hacen un pacto de amor conyugal, que es una elección libre y consciente en la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor querida por Dios mismo y que es fecunda, puesto que el amor conyugal está ordenado a la procreación y educación de los hijos, dones preciosísimos del matrimonio. 

Karol Wojtyla perdió a su madre a los 9 años, a su hermano a los 12 y a su padre a los 22. Tal vez estas pérdidas tempranas lo hicieron más sensible acerca del valor de la familia. También era un observador profundo y agudo de las realidades sociales, y tuvo muy claro siempre el papel fundamental de la familia en la formación de sociedades verdaderamente humanas. Su herencia es grande y su palabra nos seguirá iluminando por mucho tiempo más. Desde la casa del Padre nos seguirá acompañando en el camino que señaló, es decir, el de Cristo mismo, que es verdad y vida.

Fuente: elobservadorenlinea.com