Ante la muerte se SS. Juan Pablo II

+ Mons. Julián López Martín, Obispo de León

León, 3 de abril de 2005
Queridos diocesanos: 

Con profunda emoción deseo haceros partícipes de los sentimientos que ha provocado en mí la noticia, no por anunciada, menos dolorosa, humanamente hablando, de la muerte del Santo Padre Juan Pablo II. Son sentimientos de tristeza natural, producida por la pérdida del Padre amado, pero, al mismo tiempo, de confianza, basada en la fe cristiana y transida de una gran paz, de que el Señor le habrá dado el premio prometido al Servidor bueno y fiel. 

Ayer, a las 21’37 horas, Su Santidad Juan Pablo II, bautizado Karol Wojtyla, nacido en Wadowice (Polonia) el 18 de mayo de 1920), ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946 y obispo el 28 de septiembre de 1958, y llamado al ministerio de Obispo de Roma y Vicario de Cristo en la tierra el 16 de octubre de 1978, completaba su peregrinación terrena y su testimonio. 

La muerte del Papa se ha producido al anochecer del sábado, iniciado ya el Domingo II de Pascua, llamado tradicionalmente «in albis», y recientemente, por deseo del mismo Juan Pablo II, “domingo de la Divina Misericordia”. Esta circunstancia no carece de significado, porque evoca espontáneamente una de las líneas que definen su pontificado. Bastaría recordar la encíclica “Dives in misericordia”, de 30-XI-1980, en la que se hace un impresionante canto al amor de Dios Padre, que, con vistas a nuestra redención, no se arredró ni siquiera ante el sacrificio de su Hijo unigénito. Estamos en Pascua, y todo nos hace revivir el acontecimiento salvífico que une la muerte y la resurrección de Cristo a nuestra existencia y a la historia del mundo, este mundo cada día más necesitado de la misericordia divina.

¡Cuánto se podría decir o escribir sobre Juan Pablo II y su inmenso amor a la humanidad, entre otros aspectos de sus múltiples enseñanzas y testimonio! Ha muerto como el Señor, abrazado a la Cruz, y ha podido decir también “¡Todo se ha cumplido” (Jn 19,30). Por todo esto, brota en nuestro corazón un incontenible sentimiento de gratitud hacia el Santo Padre que nos ha dejado, y hacia el Señor de la historia, Jesucristo, “el mismo ayer, hoy, y por todos los siglos” (Hb 13,8); y por medio de Él al Padre en el Espíritu Santo, por el don de la vida y del ministerio del Papa.

Nuestra Diócesis de León, en comunión con la Sede Apostólica, ahora vacante, y con toda la Iglesia santa y universal, permanece en oración y quiere, una vez más, dar testimonio de su amor al Sucesor de Pedro, ahora encomendando en las manos del Padre al Papa Juan Pablo II. 

Nuestra Diócesis celebrará un solemne funeral en la Catedral por el Papa fallecido, el miércoles 6 de abril, a las 19 horas. Desde este momento pido a todos los sacerdotes, miembros de Institutos de Vida Consagrada y Asociaciones de Fieles, y al pueblo de Dios, en general, que participen en esta celebración eclesial, suspendiendo, en cuanto sea posible, las Misas que coincidan con la hora de esta celebración. Mientras tanto recomiendo a las parroquias –solas o por unidades pastorales- y a las comunidades religiosas que, en los próximos días, convoquen también a los fieles y ofrezcan la Santa Misa por el eterno descanso de S. S. Juan Pablo II.

Con mi cordial saludo y bendición:

+ Julián, Obispo de León