El seminario de Cracovia

Marco Antonio Batta, L.C.

 

Karol Wojtyla ingresó al seminario de Cracovia hace 64 años. Cuatro años más tarde, recibiría la unción sacerdotal de manos del Card. Sapieha, un campeón de la fe durante la ocupación nazi.

En aquel entonces el seminario vivía en una situación muy precaria: la calefacción era un sueño, la comida no era abundante y, lo que es peor, también escaseaba la libertad. Los nazis lo habían reducido a la clandestinidad.

¿Y cómo es actualmente la vida en el seminario de Cracovia? A decir verdad, la presencia de su antiguo e ilustre alumno sigue muy viva. No sólo por los objetos históricos que se conservan, sino también porque el actual arzobispo de Cracovia es Mons. Stanislaw Dziwisz, quien fuera secretario particular del difunto Papa.

Pero no basta un pasado glorioso. Es más importante el presente. A diferencia de otros seminarios europeos que cuentan con pocas vocaciones, el Seminario de Cracovia actualmente tiene en formación 240 seminaristas. Llevan una vida “rigurosa”, según la calificó un periodista inglés: todos los días se levantan a las 5:30 de la mañana para tener unos momentos de oración y participar después en la celebración eucarística.

La “bonanza vocacional” no es exclusiva del Seminario de Cracovia. Toda Polonia goza de buena salud en este sentido. Ha habido un incremento notable de los seminaristas en los últimos años: de los 4.500 seminaristas que había en 1998, se ha pasado a 7.100 en 2005. En otras palabras, 1 de cada 4 seminaristas europeos ingresa a un seminario polaco.

Este hecho ha permitido que Polonia comience a enviar sacerdotes a otros países para ayudar en las diócesis donde escasea el clero. Incluso se da el caso de sacerdotes que viajan durante el fin de semana, en compañías aéreas de bajo costo, para atender a comunidades en Europa occidental o, como expresivamente suelen decir, «para repartir la comunión».

Otros sacerdotes viajan fuera del país para atender a las comunidades polacas del extranjero. En los últimos años, debido a las dificultades económicas, muchos han emigrado a países como Francia, Alemania, Italia o Inglaterra.

Obviamente, en Polonia no todo es color de rosa. También hay dificultades, como en todas partes. Sin embargo, en comparación con otros países europeos, podemos decir que la Iglesia en ese país goza de buena salud. ¿A qué se debe?

Sin duda no hay una sola causa, pues se trata de algo complejo. De cualquier modo, podemos citar una que a mi parecer es la principal: donde hay fidelidad al Sucesor de Pedro y donde hay disciplina y trabajo serio, Dios siempre bendice. Bueno, seguramente, Juan Pablo II también les estará dando una buena mano desde el cielo…