Pasión por la familia

+ Agustín García-Gasco Vicente, Arzobispo de Valencia, España

 

2 de abril  de 2006

Cuando se cumple el primer aniversario del fallecimiento de Juan Pablo II, el Grande, tan querido por todos —y muy particularmente por quien le ha sucedido en la Sede de Pedro, el Santo Padre, Benedicto XVI—, en nombre de todos los fieles católicos de la Archidiócesis de Valencia quiero rendir homenaje al Papa que eligió Valencia para convertirla en la ciudad acogedora del V Encuentro Mundial de las Familias —EMF—. 
Ya en 1994, Año Internacional de la Familia, Juan Pablo II quiso distinguir a Valencia, concediéndole la sede para España e Hispanoamérica de la Sección del Instituto dedicado al estudio sobre el matrimonio y la familia que lleva su nombre. Casi diez años después, en el 2003, ratificó su confianza hacia nuestra Archidiócesis encargándole la celebración del V EMF, que ha sido confirmado expresamente por su sucesor Benedicto XVI con su aliento, su apoyo y el anuncio de su presencia.

También en 1994, Juan Pablo II presentó al mundo un documento doctrinal y pastoral, muy cercano a su corazón, en el que sintetizaba su propuesta renovada sobre la verdad, el bien y la belleza de esta institución para los varones y mujeres de nuestro tiempo: la Carta a las familias tiene hoy plena vigencia, y su lectura puede cumplir para nosotros un doble cometido: servir de homenaje al Papa Juan Pablo II y prepararnos para vivir con más fruto el EMF.

Juan Pablo II tenía la profunda convicción de que la familia es decisiva para la felicidad humana y merece no sólo nuestro aprecio y reconocimiento, sino también que la valoremos con inteligencia y que la protejamos con determinación frente a quienes no la entienden y la atacan.

Entre los numerosos caminos que debe recorrer el ser humano en las sendas de la vida, «la familia es el primero, el más importante. Es un camino común, aunque particular, único e irrepetible, como irrepetible es el ser humano; un camino del cual no puede alejarse el ser humano».

Juan Pablo II sabía que la revelación cristiana ayuda eficazmente a que la razón descubra el valor de la familia que tiene su origen en el mismo amor con el que el Creador abraza al mundo creado, tal y como está presentado “al principio” en el libro del Génesis.

La propia vida de Jesús confirma esta verdad y la lleva a su plenitud. Cristo es el Dios hecho hombre, y para hacerse uno de nosotros siendo Dios al mismo tiempo eligió nacer y crecer en una familia que resultó decisiva en el proyecto de salvación y redención del mundo. En este tiempo de Cuaresma no podemos olvidar ni el sufrimiento de la Virgen Madre, ni el gesto de humana preocupación que, desde la Cruz, Jesús tiene con su Madre. 

Gracias, Juan Pablo II, por habernos desvelado con tanta claridad y fuerza el valor de lo que la Doctrina Social de la Iglesia denomina la primera célula de la sociedad humana. Gracias por haber confiado a la Archidiócesis de Valencia el V Encuentro Mundial de las Familias. Querido Papa Grande: bendice a todas las familias del mundo, y ruega de nuestro Señor y de su Madre la gracia necesaria para que esta cita mundial sea una fiesta del gozo y de la alegría familiar.

Con mi bendición y afecto