El Papa de la paz 

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El Papa Juan Pablo II ha sido el Pontífice que más ha favorecido la paz en el mundo. El Santo Padre fue candidato al Premio Nobel de la Paz en 1998, debido a su reiterado trabajado a favor de la paz en numerosas ocasiones. En 1978 medió en el conflicto entre Chile y Argentina por la posesión de tres islas en litigio en el canal de Beagle. Su labor propició la firma del Tratado de Paz y Amistad de 1984.

El 17 de julio de 1980, Juan Pablo II en una audiencia general en el Vaticano hizo un llamamiento a la paz en el Líbano, y en 1981 manifestó, con ocasión de la décimo cuarta “Jornada Mundial de la Paz” aseguró que “la paz debe realizarse con la verdad, construirse sobre la justicia y se debe hacer sobre la libertad”.

En 1986, Juan Pablo II dejó una consigna durante el primer encuentro entre religiones en Asís (Italia) al asegurar que “no se trata de rezar juntos, sino de estar juntos en la oración por la paz”. Algo que reiteró en 1989, cuando aseguró que los pueblos de Centroamérica “aspiran ardientemente a una paz verdadera y duradera”, pues “los conceptos de democratización, pacificación y cooperación regional que están en la base de los acuerdos (Esquipulas II) deberían encontrar un eco siempre más amplio entre los responsables políticos”. 

El 17 de febrero de 1991, con motivo de la guerra del Golfo Juan Pablo II afirmó que la Iglesia quiere “una paz justa”, pero “no somos pacifistas, no queremos la paz a cualquier precio”, sino una “paz justa, paz y justicia”, reiterando que “la paz es siempre obra de la justicia...” y “fruto de la caridad y del amor”, que “no se alcanza la paz si no es a través del amor”. Días después, sobre el conflicto de Oriente Medio, el Santo Padre expresaba que los creyentes “dirijamos nuestra plegaria a Dios misericordioso, a fin de que concluyan lo antes posible estos sufrimientos, y a todos los pueblos del Medio Oriente les sea concedida aquella paz justa y duradera que es don precioso de Dios y aspiración profunda del corazón humano”. 

En 1992, en la plaza de San Pedro, Juan Pablo II afirmó que la ciudad guatemalteca de Esquipulas se ha convertido en un lugar simbólico, “donde, con reuniones y negociaciones propiciadas por la Iglesia, se intenta construir la paz en toda la región”. Ese mismo año, durante la celebración del Domingo de Ramos el pontífice, refiriéndose a la guerra de Bosnia-Herzegovina, dirige “un ferviente llamamiento a todas las partes implicadas, a fin de que abandonen el camino nefasto de la confrontación armada y emprendan la vía de un diálogo sincero que sólo puede llevar a soluciones dignas del hombre”. 

En 1993, Juan Pablo II, durante el segundo encuentro entre religiones de Asís (Italia) Juan Pablo II dijo que la verdadera paz se apoya "sobre la justicia y la reconciliación", no sobre "el silencio de los oprimidos", en referencia especial a Bosnia. 

Tres años después, en 1996, Juan Pablo II volvía a alegar en favor de la paz al término de su visita a Guatemala, donde exhortó “a los que dirigen altos cargos a favorecer un clima de convivencia pacífica, de reconciliación y compromiso social”. 

En 1997 Juan Pablo II visitó Sarajevo, donde dijo que “nunca más la guerra, nunca más el odio y la intolerancia” y agregó “la lógica inhumana de la violencia tiene que ser sustituida por la lógica constructiva de la paz”. 

En 1998 el Santo Padre viajó al Congo y a Guinea Bissau y la República Democrática del Congo, y en el 99, en visita a la India y Pakistán.- Juan Pablo II aboga para que "se consolide" el proceso de paz en los Balcanes y en dos países de Asia, India y Pakistán, donde la paz está en peligro". 

El Papa, en 2001 hizo un llamamiento a favor de la paz y para que el mundo sea preservado del "inicuo flagelo del terrorismo". El Pontífice manifiestó que "la terrible tragedia del 11 de septiembre" pasará a la historia como "un oscuro día de la historia de la humanidad". El 25 de noviembre de ese mismoaño, tras los atentados del 11 de septiembre y la guerra desencadenada en Afganistán, Juan Pablo II afirmó "tenemos que rezar sin descanso para obtener el gran don 
de la paz, de la que tanto necesita la humanidad" e insiste en la necesidad de construir un mundo "donde reine la paz". 

Con motivo del tercer encuentro de religiones celebrado en Asis, en enero de 2002, Juan Pablo II dijo "la humanidad necesita la paz, ahora más que nunca, tras los trágicos eventos que la han sacudido y el persistir de conflictos lacerantes que tienen en vilo al mundo. Pero la paz se apoya en dos pilares, la justicia y la disponibilidad al perdón". En marzo de ese mismo año el Santo padre escribió una carta a todos los jefes de Estado y de Gobierno del mundo en la que pedía que trabajasen a favor de la paz y la concordia. En una carta enviada al obispo de Kibungo (Ruanda), Juan pablo II pedía a los pueblos de los Grandes Lagos que pongan fin a las guerras. "Nunca más la guerra que arruina los deseos de los pueblos a vivir en hermandad y tranquilidad.`Que 
surjan en los Grandes Lagos nuevas esperanzas para toda la región". 

En 2003, con motivo de la guerra de Irak y en el discurso que dirigió al rabino jefe de Roma, Ricardo di Segni, al que recibió en el Vaticano, Juan Pablo II afirmó "en estos días resuenan en el mundo peligrosos clamores de guerra. Nosotros, Hebreos y Católicos, tenemos que implorar urgentemente a Dios la paz, a la vez que nosotros mismos tenemos que ser operadores de paz". 
Además, en su ofensiva diplomática para tratar de evitar la guerra en Irak, Juan Pablo II se entrevistó en el Vaticano con el viceprimer ministro iraquí, el cristiano caldeo Tarek Aziz (14 de febrero), 
secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan (18 de febrero), 
Ministro de Asuntos Exteriores de Alemania y presidente de turno del Consejo de Seguridad de la ONU, Joschka Fischer (7 de febrero) y primer ministro británico, Tony Blair (22 de febrero). 

El cardenal Pio Laghi fue enviado por el Papa a Estados Unidos en marzo de 2003 con un mensaje para el presidente George W. Bush con la postura a favor del desarme y la paz defendida por la Santa Sede en este conflicto. Con anterioridad (febrero de 2003) había viajado a Bagdad el cardenal francés Roger Etchegaray como enviado especial 
de Juan Pablo II. Entregó a Sadam Husein una carta personal del Papa abogando por la solución pacífica en la crisis de Irak. En marzo, una semana después del inicio de la guerra, Juan Pablo II aboga para "que el odio pueda ser vencido por el amor y la paz; la justicia y la solidaridad puedan crecer en cualquier esquina de la tierra, dentro del espíritu del Evangelio".

En noviembre de 2003, tras los atentados ocurridos contra dos sinagogas en Estambul, Juan Pablo II hizo un llamamiento a todos los hombres y mujeres del mundo a "movilizarse a favor de la paz y 
en contra del terrorismo".A finales de año, el Pontífice criticó la construcción del muro de separación israelí, calificándolo como "un nuevo obstáculo en el camino de una convivencia pacífica", y añadió que "en Tierra Santa no hacen falta muros, sino puentes. Sin la reconciliación de las almas no puede haber paz". 
En enero de 2004, después del distanciamiento entre Washington y la Santa Sede, por la oposición del Papa a la guerra de Irak,y con motivo de la visita al Vaticano del vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, el Papa pidió a EEUU que trabajara para avanzar "en la cooperación y la solidaridad internacional al servicio de la paz"

El 11 de marzo de 2004, el Papa calificó los atentados terroristas que azotaron Madrid de actos "execrables" que "violan el fundamental derecho a la vida y socavan la pacífica convivencia". El Santo Padre hizo , pocos días después, un nuevo llamamiento a la paz recordando que "mucha sangre sigue derramándose en muchas regiones del globo... Cada vez es más urgente la sed de justicia y de paz en todas las partes de la tierra". 

El Pontífice llamó la atención, a principios de 2004, sobre el uso de niños y adolescentes como soldados. "Sufren hambre, la guerra y las enfermedades, lanzan al mundo de los adultos un llamamiento angustioso. `Que su grito mudo de dolor no quede sin escuchar!" dijo Juan Pablo II. Además, pidió a las autoridades civiles y religiosas y a los pueblos que se comprometan a llevar la paz a la región de los Grandes Lagos. 
En junio de 2004, Juan Pablo II hizo público ante el presidente de EEUU, George W. Bush, de visita en el Vaticano, su deseo de que "con la activa participación de la comunidad internacional, y en particular de la ONU", Irak recobre su soberanía "en condiciones de seguridad para todos los pueblos". Asimismo, pidió la cooperación entre EEUU y Europa para "llegar a la paz". 

En julio de 2004, el Papa se refirió al conflicto ugandés dirigiéndose, una vez más, a "la comunidad internacional y a los responsables políticos nacionales" para poner fin a "ese trágico conflicto y se ofrezca una real perspectiva de paz a toda la nación ugandesa". A continuación mostró su preocupación por la población de Darfur, en la región occidental de Sudán que linda con Chad. 
Tras los ataques terroristas en la escuela de Belsan, el 3 de septiembre de 2004, en la república rusa de Osetia del Norte, Juan Pablo II deploró "cualquier forma de terrorismo" e hizo un llamamiento "para que no prevalezca la espiral del odio y la violencia". 
El 22 de octubre de 2004, ante una representación de obispos de Angola y Santo Tome y Príncipe hizo un llamamiento a favor de la paz en Angola afirmando que "hay que trabajar sin cesar para llegar a una profunda reconciliación nacional, ofrecer a las generaciones futuras un país en el que convivan y colaboren de manera fraternal todos los componentes de la sociedad". 

Motivado por el sesenta aniversario de la liberación de Auschwitz, el 27 de enero de 2005, el Papa pidió que "nunca, en ningún rincón de la Tierra, se repita lo que afectó a millones de personas a las que lloramos desde hace sesenta años". El 27 de marzo , en su Mensaje Pascual, que tuvo que ser leído por el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, debido al estado de salud del Pontífice, advirtió sobre el peligro de guerras fratricidas e hizo un llamamiento a la paz, especialmente en Tierra Santa, Oriente Medio y Africa, "dónde se sigue derramando mucha sangre".

Fuente: agea.org.es