Reflexiones en el día del entierro del Santo Padre

Monseñor Rovai, Arzobispado de Córdoba, Argentina

Homilía

1.- Rezamos en el Credo ¡ Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna!
Este artìculo que es fundamental en la fe, se apoya en la palabra Bìblica del Apóstol que acabamos de leer. Cristo resucitò que es nuestra cabeza, nosotros que somos su cuerpo resucitaremos con El.

2.- Este misterio de nuestra fe, tiene su fundamento como lo dice el mismo texto en la Resurrección de Cristo. De este modo vemos que la ùltima palabra de Dios, no es la muerte sino la vida. Ademàs descubrimos que la Palabra originaria de Dios fue precisamente la vida, lo podemos leer en el relato de la creación y lo expresa hermosamente el libros de la Sabiduría” Dios no hizo la muerte èsta entrò en el mundo por envidia del diablo….”

3.- Jesús en el texto que hemos leìdo de Juan nos dice lo mismo. Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mi aunque muera vivirà, escuchamos en el capìtulo sexto de San Juan. En la primitiva Iglesia no se bautizaba a los niños cuyos padres no confesaban abiertamente la fe en la resurrección de los muertos.
Esto nos descubre que la nuerte es un paso a la vida definitiva para la cual fuimos creados. Fuimos creados por Dios y para El. Por eso el hombre es un pelegrino en este mundo que viviendo la fe , la esperanza y la Caridad camina hacia el encuentro con Dios.

4.- los Obispos argentinos nos dicen en el libro “Jesucristo Señor de la historia” que no es lo mismo vivir la vida, trabajar, asumir nuestra existencia, si al fin de la vida no nos encuentra nadie para abrazarnos, que si alguien nos espera. Sabemos los cristianos que caminamos hacia el encuentro del Señor podemos y debemos vivir permanentemente nuestra vida pensando en este final realizador y plenificador.

5.-. Juan Pablo segundo en numerosas predicaciones y afirmaciones que hizo a lo largo de su pontificado expresaba esta verdad fundamental de la existencia humana. Por eso su muerte constituyò tambièn su màs profunda predicación. Muriò escuchando la lectura de la Palabra de Dios que El mismo solicitò. Solo en las perspectivas de la resurrección final, tienen sentido las cruces y sufrimientos de nuestra vida que todos de una forma u otra experimentamos. Pablo nos dice que nos son comparables los sufrimientos de esta vida con lo que Dios nos tiene reservado para la eternidad…

6-.El Papa fue sobre todo en el tiempo un peregrino hacia la eternidad. Por eso uno de los medios televisivos que permanentemente nos presentaron su velatorio, titulaban este momento del Santo Padre como su ùltima peregrinación, nosotros agregamos, es precisamente ese caminar hacia el encuentro con Cristo el que explica en ultima instancia la intensa evangelizaciòn que Juan Pablo II realizò por todo el mundo. Fue un testigo permanente de Dios Padre, de su Hijo Jesucristo y del Espìritu Santo, y a la luz de este misterio mirò e interpretò al misterio del hombre y del mundo.

7- Por eso el momento que estamos celebrando, si bien nos trae algo de tristeza por su partida, sin embargo nos consuela pensar que el ya partiò hacia la casa del Padre, que es el hogar verdadero para toda la humanidad. Es formidable pensar en el proyecto de Dios para cada uno de nosotros, y como la Iglesia, con su Palabra y sus sacramentos desde ya nos anticipa lo que vamos a experimentar en el cielo. Es la presencia del Reino de Dios entre nosotros, y que nos da la fuerza para amar este mundo comprometièndonos con intensidad nacida del amor.

8.-El Concilio nos dice que el pensamiento de la vida eterna no debe disminuir nuestra preocupación por esta vida, sino que por el contrario debe acrecentarla. El Papa con su ejemplo, por su preocupación por la justicia y la paz, su intenso amor por los pobres y su promociòm, la atención a las culturas humanas, su cercanìa con las personas, especialmente los pobres dèbiles y sufrientes, son una prueba de ello. Vamos construyendo con nuestro trabajo en el ambito de la voluntad de Dios, nuestra propia eternidad, y cuanto màs amamos a Dios y nuestro destino final, tambièn màs debemos amar este mundo creado y redimido por Dios.
La muerte para el cristiano constituye un nuevo comienzo no el final absoluto. Como dice uno de los prefacios de la misa de difuntos “la vida de lo que en tì creemos Señor no termina sino que se transforma y desecha la casa de esta terrenal morada se adquiere la eterna mansión de los cielos”.

9. Todo lo que hemos expresado da fundamento e intensidad a la esperanza cristiana. Nuestra fe se apoya en el poder de Dios que ha resucitado a Cristo, nos dice San Pablo, y nosotros sabemos que esa esperanza nos impulsa no a estar pensando enfermizamente en el dia de nuestra muerte y asustarnos por èsto, sino màs bien sabemos que construyendo nuestra historia segùn la voluntad de Dios es como nos encaminamos resueltamente a la patria celestial, donde nos encontraremos con Dios y con todos nuestros seres queridos. Sabemos que si por la misericordia infinita de Dios llegamos un dìa al cielo, podremos abrazarnos nuevamente con Juan Pablo II.


10.- En los cementerios paganos, existìa una leyenda que estaba escrita sobre la puerta de los cementerios que decìa “cementerio lugar del olvido”. En los cementerios cristianos existìa esta otra que decìa “ cementerio, lugar donde estàn los que duermen y que un dìa despertaràn para el encuentro eterno con Dios…” Que diferencia entre una y otra expresión. Por eso desde los primeros siglos del cristianismo, los cementerios estaban pegados a la Iglesia y se los llamaba “campo santo”Allì descansaban hombres y mujeres de todas las edades cuyos cuerpos habìan sido templos del Espìritu Santo por el Bautismo y que estaban orientados a la resurrección.


11. Juan Pablo II, con su intensa vida apostòlica, fue preparando su partida hacia la eternidad. Nosotros hoy miramos este momento con profunda esperanza. Dios nos regalò un hombre creyente, cuyo corazòn habìa sido cautivado plenamente por el amor de Cristo que lo hizo Hijo del Padre y templo del Espìritu Santo. Que misterio tan grande e incompresible el Amor de Dios. El lo eligiò cuando lo llamò a la vida cristiana y cuando le entregò el mandato de suceder a Pedro en su ministerio apostòlico. Lo asumiò con una profunda conciencia de su misiòn.
Entregò su vida como testimonio en su tarea apostòlica incansable. Se gastò literalmente por la causa del Evangelio. El sabìa perfectamente como lo establece la constante tradición cristiana expresada en el Concilio vat. II que la mejor manera de humanizar al mundo es evangelizàndolo. Solo cuando el hombre se encuentra plenamente con Jesucristo, llegar a ser plenamente humano. Por eso nos hablaba constantemente de recrear un humanismo cristiano.


12.- Nuestro Obispo nos ha pedido, entre otras cosas, evangelizar la cultura cordobeza y sabemos de verdad que es el mejor servicio humanizante que podemos brindar a nuestra querida Còrdoba. Es lo que el Papa nos enseñò constantemente cuando nos insistiò en la necesidad de “inculturizar el Evangelio”
La muerte que celebramos hoy de Juan Pablo II en realidad se convierte en vida intensa para nosotros.


13-Imitemos el testimonio de nuestro Padre el Papa y podremos de esta forma ser verdaderos discìpulos de Jesucristo como lo fue El. Y esto serà para nosotros el ùltimo y supremos acto evangelizador que recibiremos de El. Ojalà nos contagiemos de su intenso espìritu misionero.
Que la Virgen Madre que el tanto sirviò y amo nos proteja y nos ayude a vivir el espìritu misionero que el viviò para que su memoria sea para nosotros un compromiso concreto de evangelizar intensamente la cultura cordobeza, asumir nuestra vocaciòn a la santidad, sentirnos en una Iglesia comunión y participación y nos ayude a dedicarnos intensamente al servicio de los pobres, los enfermos y los necesitados.