El testimonio de una vida 

+ Francesc Xavier Ciuraneta Aymí, Obispo de Lleida

 

El Papa Juan Pablo II ha sido llamado por Dios a su juicio; lo importante y lo decisivo. Los hombres también le hemos juzgado. Le hemos puesto etiquetas. Las que nos convenían en el momento oportuno. Para ciertas cuestions de moral familiar, se le colocaba entre los "conservadores". En la defensa valiente de la justicia social, se le ha considerado "progresista". Creo que ninguna etiqueta retrataba su compleja personalidad humana y cristiana.

Su preocupación primordial ha sido la persona humana, con sus conquistas técnicas, pero también con sus innegables miedos y esclavitudes. Esta persona humana, desorientada necesitaba una brújula, que es Cristo, que "revela plenamente el hombre al hombre" (RH 10). Por tanto, nada de miedos, ni desconfianzas. Lo important es abrirse a Cristo. Aquella propuesta de "abrir puertas al Redentor", que pronunció solemnemente desde la fachada de la Basílica de San Pedro, al ser elegido Papa, la ha repetido insistentemente durante su largo pontificado.

Anunciar a Cristo, el Redentor, ha sido su obsesión pastoral. Por eso su Pontificado se ha caracteritzado por su talante abierto, misionero. Ha multiplicado los viajes a los cinco continentes con el fin de que, por medio de su ministerio, de evangelizar y de santificar, todas las personas pudieran encontrarse con la Persona del Hijo de Dios, Cristo Salvador.

La fortaleza que ha manifestado el Papa Juan Pablo II a lo largo de su enfermedad, encarna y simboliza una vitalidad más profunda, la de su espíritu, con las sólidas convicciones de un creyente. Su profundidad espiritual, su fe centrada en Cristo y su confianza en la persona humana -imagen de Dios- ha sido un aliento estimulante para la Iglesia y para el mundo. 



El Papa Juan Pablo II ha entrado ya en la historia de la Iglesia y del mundo. Esta le juzgará muy positivamente, como un Papa que ha defendido tenazmente todos los derechos de la persona humana, pero desde la visión de ésta como creada por el Padre Dios y redimida por Cristo. Contemplación y fraternidad universal, Dios y hombre, justicia y misericordia: binomios que, en el pensamiento y en la acción de Juan Pablo II, han caminado siempre a la par.

Nos ha indicado el camino a seguir: contemplar el rostro de Cristo para transmitir sus rasgos a las nuevas generaciones. Y nos ha señalado los medios: conservar fielmente la fe y defender, a menudo contracorriente, las virtudes humanas y cristianas que constituyen la razón misma del ser de la humanidad, entre las cuales sobresalen la justicia, la libertad, la atención a los débiles y excluidos...

Estamos tristes. Juan Pablo II nos ha dejado, llamado por el Padre. Ha sido un buen "servidor". Oremos por el eterno descanso de su alma y que el ejemplo de su vida entregada totalmente a Dios y a la persona humana nos acompañe siempre.