La herencia de Juan Pablo II

Pbro. Pedro Rodríguez González

 

“Jesús, confío en Ti; ten misericordia de nosotros
y del mundo entero” 

Juan Pablo II encontró al mundo y, en su muerte, el mundo ha venido a darle un último saludo. Se calcula que más de dos millones desfilaron ante su cuerpo para honrarlo. Doscientos jefes de Estado, reyes, príncipes, así como líderes religiosos, estuvieron presentes en su funeral celebrado la mañana del pasado viernes 8 de abril. En tanto, el Cónclave para la elección del nuevo Pontífice, dará inicio el lunes 18 de abril.

Un récord de peregrinos en Roma para el “Papa de los récords”

Los restos mortales del Papa Juan Pablo II fueron sepultados el pasado viernes; ante éstos pasaron más de dos millones de fieles, y a la Misa de exequias asistieron 200 jefes de Estado –entre ellos, Vicente Fox–, reyes y príncipes, así como líderes de diversas comunidades eclesiales. La Eucaristía fue celebrada a las diez de la mañana, en el atrio de la Plaza de San Pedro. Su cuerpo no fue embalsamado, sino sepultado bajo tierra y no en un sarcófago.

El Maestro de Ceremonias Pontificias, Mons. Piero Marini, señaló que el rostro de Juan Pablo II fue cubierto con un lienzo blanco antes de cerrar el féretro de ciprés en el que fue colocado. Dicho ataúd estaba forrado de terciopelo carmesí e iba encajado en otro de plomo de cuatro milímetros de espesor; éste, a su vez, encajaba en otro de madera de olmo barnizada. En el interior, fue introducido un pequeño saco de terciopelo que contenía las medallas emitidas durante su Pontificado y un pergamino con su biografía, dentro de un tubo de cobre.

Concluido el funeral, en la Plaza de San Pedro, el féretro fue trasladado a las Grutas Vaticanas, depositado en el mismo lugar donde estuviera sepultado, durante casi 30 años, su predecesor, a quien tanto admiraba: El beato Juan XXIII. El de Juan Pablo II ha sido un entierro de tintes sencillos, sobre la tierra; en la lápida fue inscrito su nombre y las fechas de su Pontificado, al estilo del de Pablo VI. Precisamente, Juan Pablo II descansa a pocos metros de la tumba de San Pedro, al lado de Pablo VI y frente al sarcófago de Juan Pablo I.

El traslado a las grutas y la sepultura definitiva tuvo una duración de media hora, por lo que desde las primeras horas de la tarde del viernes, el Papa Juan Pablo II reposa para siempre en El Vaticano.

El Domingo de la Misericordia

En la primera Misa que se celebró por el difunto Romano Pontífice, el domingo 3 de abril, se le dio lectura al último discurso que había preparado Su Santidad antes de su muerte, para ser leído en el Regina Coeli de ese día: «El amor convierte los corazones y da la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y acoger la Divina Misericordia!». Juan Pablo II falleció al concluir la Misa del Domingo de la Misericordia, la fiesta que él mismo había instituido cinco años antes para que el mundo comprendiera mejor la grandeza del perdón de Dios. Por eso, cuando Mons. Leonardo Sandri leía el mensaje final, resonó la oración de Juan Pablo II: «Señor, que con la Muerte y la Resurrección revelas el amor del Padre, nosotros creemos en Ti y con confianza te repetimos hoy: ‘Jesús, confío en Ti; ten misericordia de nosotros y del mundo entero’».

Antes de recitar el Regina Coeli, el Cardenal Angelo Sodano recordó: «En este domingo sería conmovedor releer una de sus Encíclica más bellas, la Dives in misericordia –Rico en misericordia–, que nos ofreció ya en 1980, en el tercer año de su Pontificado. En la vigilia del Domingo de la Divina Misericordia pasó el Ángel del Señor por el Palacio Apostólico Vaticano y le dijo a su siervo bueno y fiel: ‘Entra en el gozo de tu Señor’. Juan Pablo II, o más bien, Juan Pablo II, ‘El Grande’, se convierte así en el heraldo de la civilización del amor, viendo en este término una de las definiciones más bellas de la ‘civilización cristiana’».

El mundo presentó su homenaje

Juan Pablo II fue al encuentro del mundo y el mundo quiso darle un último saludo. Desde el pasado domingo, tras la Misa y del Regina Coeli, las personas más cercanas a Su Santidad, así como un reducido grupo de periodistas, acudieron al rito de la primera estación de las exequias que tuvo lugar en la Sala Clementina, a cargo del Cardenal Camarlengo, Eduardo Martínez Somalo.

De los periodistas presentes, recordamos las siguientes expresiones: «El Papa lleva en las manos un rosario blanco y el báculo de plata que siempre lo acompañaba»; «Tenía el rostro de quien ha sufrido mucho y ya ha pasado a mejor vida»; «El rostro del Papa estaba sereno, y llevaba las manos cruzadas»; «Me impresionaron mucho sus manos, blanquísimas». Juan Pablo II vestía los hábitos pontificales: Sotana blanca y casulla roja, sobre la que le fue colocado el palio, además de la estola de lana blanca con cruces negras, signo litúrgico de honor y jurisdicción. Sobre la cabeza, llevaba la mitra y apoyado a su cuerpo estaba el báculo.

El lunes 4 de abril, a las 5:00 pm, los restos mortales de Juan Pablo II fueron trasladados a la Basílica vaticana, pasando por la Plaza de San Pedro, donde fue acogido por un aplauso por los miles de fieles que se encontraban dentro y fuera del recinto.

Fue llevado a hombros de doce silleros pontificios, tendido en unas andas cubiertas de terciopelo rojo, hasta el altar de la Confesión de la Basílica Vaticana, donde permaneció hasta el viernes. Antes de entrar en el templo, la procesión se detuvo para mostrar los restos mortales a los presentes, entre aplausos y lágrimas de los peregrinos. Desde las ocho de la noche, los fieles acudieron, en gran número, a dar el último adiós al Papa, a quien ya se le empieza a conocer como Juan Pablo II, «El Grande».

Hacia la elección del nuevo Papa

Por otro lado, Mons. Piero Marini reiteró que el Cónclave se desarrollará en la Capilla Sixtina, que los cardenales se alojarán en la residencia Santa Marta del Vaticano, y que todas las áreas del recinto vaticano se considerarán como «área del Cónclave». Recordó además que está prohibido que los cardenales mantengan contacto con el exterior durante los días que dure la elección y aseguró que, como lo señala la tradición, la elección de quien será el número 265 como Sucesor del Apóstol Pedro, será anunciada a través de la «fumata blanca» y el repique jubiloso de campanas.

El Cónclave para elegir al sucesor de Juan Pablo II comenzará el próximo 18 de abril, día lunes; así lo ha decidido la congregación de cardenales el pasado miércoles 6 de abril. Los cardenales celebrarán por la mañana una Misa en la Basílica de San Pedro, la llamada Misa votiva, Pro eligendo Papa, y por la tarde se congregarán en la Capilla Sixtina, para comenzar el Cónclave del que saldrá el nuevo Papa.

Según establece la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis sobre la Sede Vacante y la elección del nuevo Pontífice, el Cónclave se tiene que celebrar no antes de 15 días, ni después de 20 de la muerte del Papa, además de que habrá de desarrollarse en la Capilla Sixtina, como ha sido hasta hoy; el futuro Papa será elegido mediante voto secreto, una vez suprimida la elección por aclamación o compromiso.

Fuente:
Semanario, Arquidócesis de Guadalajara, México