Testamento de Juan Pablo II, Herencia espiritual para la Humanidad 

Arnold Omar Jiménez Ramírez

 

Al igual que su vida, el testamento del Papa es, al mismo tiempo, un documento espiritual y autobiográfico. Está conformado por quince páginas, y comenzó a escribirlo en 1979: lo fue enriqueciendo con nuevas consideraciones en momentos especiales a medida que maduraba su alma y empeoraba su salud.

Según el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, «se trata de quince páginas, en las que se han ido incorporando, en momentos diversos, consideraciones sucesivas». Sorprendentemente, Juan Pablo II comenzó la redacción de este documento en 1979, cuando tenía 59 años y había comenzado ya a recorrer el mundo, pero no daba ninguna señal de enfermedad. Navarro Valls agregó que el Papa «añadía hojas nuevas, en algunas de las cuales hay tan sólo unas líneas o apenas media página».


Totus tuus


Karol Wojtyla agregaba al texto lo que le parecía relevante, sin borrar lo anterior; una especie de sistema del que se valió para revelar su vida a través de diversos libros como ningún Papa lo hizo antes. El testamento comienza, de manera poética, al reflexionar el Sumo Pontífice sobre el misterio de la muerte y encomendarse a la Santísima Virgen María; estas son las palabras textuales: «En el nombre de la Santísima Trinidad. Amén. ‘Velad, porque no sabéis el día en que vendrá Nuestro Señor’ (cfr. Mt 24, 42). Estas palabras me recuerdan la última llamada, que tendrá lugar en el momento en que el Señor así lo quiera. Deseo seguirlo y deseo que todo aquello que hace parte de mi vida terrena me prepare para este momento. No sé cuándo sucederá, pero como todo, también en este momento me pongo en las manos de la Madre de mi Maestro: Totus tuus (Todo tuyo). En las mismas manos maternas dejo todo y a todos aquellos con los que me ha relacionado mi vida y mi vocación. En estas manos dejo sobre todo a la Iglesia, y también a mi nación y a toda la Humanidad. Agradezco a todos. A todos pido perdón. Pido también la oración, para que la misericordia de Dios se muestre más grande que mi debilidad e indignidad». El Papa dispone que su sepultura no sea distinta a la de su antecesor Pablo VI: «El sepulcro en la tierra, no en un sarcófago».


Confianza profunda


Este documento se convertirá en una herencia espiritual para toda la Humanidad. En el, se puede leer la profunda confianza que Karol Wojtyla tenía en la providencia y en la misericordia divina: «Expreso la más profunda confianza en que, no obstante mi debilidad, el Señor me concederá cada gracia necesaria para afrontar según su voluntad cualquier tarea, prueba y sufrimiento que quiera requerir de su siervo... Tengo confianza que no permitirá jamás que, mediante alguna aproximación mía: Palabras, obras u omisiones, pueda traicionar mis obligaciones en esta Santa Sede Petrina».


“A todos ellos, Dios los recompense”


Juan Pablo II, el Padre de la cristiandad, no podía olvidar a los que lo rodearon, y a quienes formaron parte importante en su vida. En ese manuscrito de puño y letra, Juan Pablo II, El Grande, traza el regreso que, con la memoria, hace a los inicios de su vida donde contempla a sus padres, a su hermano y hermana: «Que no he conocido, porque murió antes de mi nacimiento; a la Parroquia de Wadowice, donde he sido bautizado; a aquella ciudad de mi amor; a los coetáneos, compañeros y compañeras de la escuela elemental, del gimnasio, de la universidad; hasta los tiempos de la ocupación, cuando trabajé como obrero, y enseguida a la Parroquia de Niegowie, a aquella cracoviana de San Floriano, a la Pastoral de los Académicos, al ambiente... A todos los ambientes... A Cracovia y a Roma... A las personas que en modo especial me han sido confiadas en el Señor». Para todo ellos y para la Humanidad tuvo unas últimas palabras: «A todos quiero decir una sola cosa: Dios os recompense».

Fuente: Semanario, Arquidócesis de Guadalajara, México