Querido Padre Dios

Jóvenes de la Diócesis de Málaga,España

 

Los jóvenes de Málaga, unidos a los jóvenes del mundo, queremos hablarte de tu siervo Juan Pablo II, el Papa que nos ha congregado y guiado en tu Iglesia. 

Te pedimos, Padre bueno, que sintamos, ahora más que nunca, tu cercanía y paternidad. Porque, hoy, todos nos sentimos huérfanos. 

El Papa ha sido, para muchos de nosotros, un gruía sereno y firme en los momentos de confusión; una mano amiga en las crisis de nuestro crecimiento en la fe y la vida; una sonrisa llena de esperanza en las horas bajas del pesimismo y la soledad. Su voz cálida nos alentaba y su mano firme nos daba confianza: ha sido una imagen viva del Buen Pastor... y muchas veces hemos sentido que, llevándonos en sus hombros, nos devolvía al redil de tu amor. El ha sido padre, hermano y amigo. Gracias, por el regalo que nos has hecho, y del que hemos disfrutado más de 26 años. 

Pero, permítenos, Señor, que ahora nos dirijamos al Papa: él disfruta de tu presencia y contempla ya el rostro que tanto amó, del que tanto nos habló y nos invitó a seguir: el rostro del Resucitado. Nos cuesta aceptar la ausencia de la persona amada, pero sabemos que está más cerca de ti. Y esto nos conforta. 

Él nos habló como nadie de la fe y la esperanza; él nos dio ejemplo de amor. Hoy, cuando ha colmado la fe con tu presencia; y ha llevado a plenitud la esperanza, ya “sólo el amor es su ejercicio”. ¡Cómo recordamos ahora su invitación a todos los jóvenes, y a cada uno de nosotros “a construir la civilización del amor”.