Que Dios os pague

Jorge Robledo Ortiz


Que Dios os pague, Santo Padre,
ese viajar del alba hasta la tarde
sembrando la Verdad.

Que os pague el trigo de luceros
que amasáis a los pueblos
famélicos de paz.

Vuestra palabra verde oliva
en Florida es naranja mandarina
con su dulzura en cruz.

Por donde vais viaja la primavera
enarbolando su bandera
tejida por la luz.

Sois el Camino, la Verdad, la Vida,
vendaje de clavel en las heridas
y heraldo de perdón.

La humanidad descontrolada y loca,
en vuestro pulso de cristal de roca
busca su redención.

Ya la vida no alcanza, Padre Santo,
a empinar hasta vos tanto quebranto
para buscar absolución.

En muchas patrias y cañaverales
ya las marchas triunfales
se escriben en los muros con carbón.

Vos que llegáis a repartir el alba,
devolvednos las Bienaventuranzas
del recordado ayer.

Decidnos que los hijos que cayeron
son gajos de valor que se nutrieron
con savia de laurel.

Que Dios os pague, Padre Santo,
la proyección de ese cayado
sobre este verde amanecer.

Florida está exprimiendo sus naranjas
para brindarnos jugo y alma,
amor con cielo y gratitud con fe.

Miraremos, mañana, vuestras huellas
como un reguero insólito de estrellas
que regó Dios sobre nuestro mantel.