San José, El Justo

Padre Pedrojosé Ynaraja


1.- Cuando uno, visitando Nazaret, llega a la iglesia llamada de la nutrición y desciende hacia la cripta, ve una vidriera, de no exagerada belleza, que representa la muerte de José, el padre de familia, de aquella singular Familia, en la que él precisamente no era padre biológico. La escena refleja serenidad, el patriarca está en el decisivo momento de su fin histórico, acompañado de Jesús, a quien amó, protegió y enseñó a vivir, como el más querido de los hijos adoptivos. Al otro lado de la escena está su amada esposa. La compañera de fatigas, confidencias y conflictos. La con él protectora de aquel chiquillo misterioso, afable y sincero, que iba desvelando su realidad divina más sublime. José seguramente no sabía la teología que pueda almacenar cualquiera de nuestros profesores de seminario. Si alguien le hubiera preguntado sobre Cristología o Mariología, hubiera contestado, seguramente, con la misma extrañeza que cualquiera de vosotros, mis queridos jóvenes lectores, pudiera responder. Para ser santo no es preciso ser teólogo. Nos han dicho siempre que es el patrono de la buena muerte y uno que teme como el que más este momento, se encomienda mentalmente a él.

A muy corta distancia de esta iglesia, existe una pequeña zona sepulcral, custodiada por una congregación religiosa. Quien desea visitarla es recibido con exquisita amabilidad y, acompañado personalmente, observa y recibe las pertinentes explicaciones. El lugar guarda, según explican ellas, la antigua tradición llamada de la “tumba del justo” o también de la “tumba luminosa”. El sepulcro que nos muestran es uno de los mejores ejemplares que pueda uno ver en Tierra Santa. ¿Fue allí donde enterraron a José? Se nos ocurre pensar de inmediato. Séalo este u otro, se nos ocurre pensar que María, Santa María de Nazaret, se quedo muy triste al abandonar un sepulcro y encontrarse viuda. Jesús, adulto ya, perfeccionado en el oficio que le permitiría proporcionar ayuda y descanso a José, se quedó sin su compañía. ¡tanto esfuerzo que había puesto para sacar adelante a la familia, para enseñar el oficio al Chico, para proporcionarle ayuda! Cuando esperaba Jesús devolverle, con su trabajo, un poco de lo que había recibido, su Padre, el Padre Eterno, determinaba que se alejase de Él. Jesús se quedó sin compañero-padre. Empezaba a gustar la amargura de las ausencias, era, la muerte de José, el prologo de la soledad de Getsemaní.

2.- José, el Justo, una especie de titulo “honoris causa”, sin la brillantez de los que obtienen un disco de platino, medalla olímpica o un triunfo en Eurovisión. Un título, el de justo, que le otorga el evangelio, que nadie, ni siquiera en la Eternidad, le podrá arrebatar, ya que está grabado en las lápidas indelebles de la Biblia. A los que de entre vosotros, mis queridos jóvenes lectores, os falte el padre, los que tal vez por dejadez o infidelidad os veáis privados de su compañía, los que lo tenéis enfermo, os recomiendo que no dejéis de pensar en José, solicitar su compañía y sentir por él admiración. Que más vale tener “ídolos” de estos, que derretirse en gritos histéricos ante un cantante o un futbolero.

Fuente: betania.es