San Jose: Esposo y Padre


El 19 de marzo se celebra el Día de San José, el humilde carpintero, padre no biológico, pero si de crianza, de Jesús de Nazaret... Su vida fue de trabajo, se cuenta que uno de los momentos de mayor angustia que vivió José, fue el día que su hijo, a los 12 años de edad se extravió durante la peregrinación anual a la ciudad santa (Lucas.2:42)

Muy poco es lo que sabemos de la excepcional figura de San José, en los comienzos del Cristianismo, de quién el Apóstol Mateo, hace este elogio espléndido. ´´ Era un hombre justo.´´(1, 19)

Su fisonomía grave, dulce, y tranquila, esconde grandes tesoros de luz. Es una figura excepcional, y distinguida, entre todos los bienaventurados. Él sólo, forma un mundo, en el inmenso sistema de la sociedad de los elegidos. La grandeza de este santo Patriarca, descansa en el papel tan especial que Dios le encomendó: hacer de Padre con el Salvador del mundo. Y este papel, le exigió virtudes especiales, aceptando sin comprenderla, la voluntad misteriosa de Dios: ´´ Creer, callar, trabajar, defender, amar´´….

Su aceptación de la voluntad divina, sirvió para formar la familia de Nazaret, que hoy es modelo para todas las demás familias. El Patriarca San José, era de estirpe real, pues descendía de David, el más popular de los héroes de Israel. Y no obstante, vivía humildemente, trabajando para ganar poco, simplemente para vivir; no, en la miseria, pero sí, en la estrechez. Con su oficio de carpintero se ganaba la vida en la villa galilea, lejos de Belén, ciudad de sus antepasados.

Hombre de fe, confió constantemente en Dios, huyendo incluso de los soldados que perseguían sin motivo, a su Hijo, recién nacido. Hombre de corazón puro y magnánimo, es escogido por Dios para ser el esposo de su Madre, virgen como Ella, con derecho a una santa e inefable ternura, que era para él, timbre de gloria.

Debía cubrir la venida del Espíritu Santo, de que había hablado el ángel Gabriel. Ocultar el misterio de la Encarnación, a los ojos profanos y salvar el honor inviolable de María. Su virtud se puede concretar en el amor más silencioso, y abnegado.

Cree, confía y ama. ¿Quién mejor que él, tenía derecho a una explicación sobre el nacimiento de Jesús ? Sí, tenía derecho, pero no lo hizo. Y sin pedirlo, defendió amorosamente a Jesús y a María; por ellos, trabajó, por ellos, vivió, por ellos, sufrió.

Esta es la gran lección de San José, el gran santo, de quién tan poco habla el Evangelio. Pero que fue el instrumento elegido por Dios, para proteger a los dos seres humanos y divinos, que han pasado por la tierra: Jesús y María.

Amargas fueron para él, aquéllas horas de dudas que transcurrieron hasta que el Ángel se le apareció para decirle. ´´ Que lo que había nacido de María, era obra del Espíritu Santo.´´( Mt.1 ,20). Pero este momento nos ilustra, una vez más, sobre la grandeza de su alma. Aún hay una gloria más alta en su vida, es el Padre legal de Jesús, verdadero Hijo de Dios y verdadero hijo de aquella mujer que es, su Esposa, María.

Los cristianos quedamos sobrecogidos al contemplar la figura dulce y majestuosa de San José, que fue digno de custodiar los más ricos tesoros del Cielo y de la tierra y tuvo la inefable dicha de vivir en un modesto taller, dónde se había trasladado la gloria del Paraíso.

Nada sabemos de los últimos días del santo Patriarca, pero con razón se le venera como Patrono de la Buena Muerte. Pues él murió con la más bella y dulce muerte, en los brazos de Jesús y de María, pasando humilde y silenciosamente, como lo fue, durante toda su vida.

Este mismo silencio se hizo durante siglos, en la historia de la Iglesia, en torno a su
nombre. Pío IX, proclamó a San José, Patrono de la Iglesia Universal.

La fiesta de San José, nos mueve a pedirle que proteja a nuestras familias y al conjunto que todas y cada una de ellas formamos. Hoy precisamente cuando los valores de la familia cristiana, están tan desprestigiados y pisoteados.

El patrocinio de San José sobre la Iglesia nos alcance a todos y cada uno de los cristianos, para qué la familia sea la primera Iglesia doméstica, salvaguardando nuestra fe, de tantos enemigos como nos acorralan y acechan, obstaculizando la labor de creyentes en la Iglesia de Jesucristo.

San José es también Patrón de los Seminarios, centros donde se forman los sacerdotes. Por eso le pedimos insistentemente que guarde la vocación de quiénes han sido llamados por el Señor, a la vida sacerdotal, muy especialmente a los que se dedican a la cura de almas, en nuestra Diócesis de Málaga-Melilla.

Y para cada uno de los padres que nos sentimos festejados por el amor de nuestras esposas, hijos, y nietos, esta fiesta se convierte en invitación para que nos miremos siempre en el espejo de virtudes que es el santo Patriarca..
¿Qué hubo en José? Mas ¿qué no hubo? ¿Que cuanto a imaginar, no pase?
¿Qué gracia, qué excelencia, en él no estuvo?
¿Qué pretendió jamás, que no alcanzase?
¿Qué pudo desear, al que Dios, tuvo?
¿Que a medida del gusto, no gozase?


Fuente: infodecom.com