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Reflexiones
Marianas
Libro:
"Amigos de Dios
San
Josemaría Escrivá de Balaguer
Madre de Dios, Madre nuestra
Maestra
de caridad. Recordad aquella escena de la presentación de Jesús en el
templo. El anciano Simeón aseguró a María, su Madre: mira, este niño
está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel y para
ser el blanco de la contradicción; lo que será para ti misma una espada
que traspasará tu alma, a fin de que sean descubiertos los pensamientos
ocultos en los corazones de muchos. La inmensa caridad de María por la
humanidad hace que se cumpla, también en Ella, la afirmación de Cristo: nadie
tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos.
Con razón los Romanos Pontífices han llamado a María Corredentora: de
tal modo, juntamente con su Hijo paciente y muriente, padeció y casi murió;
y de tal modo, por la salvación de los hombres, abdicó de los derechos
maternos sobre su Hijo, y le inmoló, en cuanto de Ella dependía, para
aplacar la justicia de Dios, que puede con razón decirse que Ella redimió
al género humano juntamente con Cristo. Así entendemos mejor aquel
momento de la Pasión de Nuestro Señor, que nunca nos cansaremos de
meditar: stabat autem iuxta crucem Iesu mater eius, estaba junto a la
cruz de Jesús su Madre.
Habréis observado cómo algunas madres, movidas de un legítimo orgullo, se
apresuran a ponerse al lado de sus hijos cuando éstos triunfan, cuando
reciben un público reconocimiento. Otras, en cambio, incluso en esos
momentos permanecen en segundo plano, amando en silencio. María era así, y
Jesús lo sabía.
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