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Reflexiones
Marianas
Libro:
"Amigos de Dios
San
Josemaría Escrivá de Balaguer
Madre de Dios, Madre nuestra
¡Cuánto
crecerían en nosotros las virtudes sobrenaturales, si lográsemos tratar de
verdad a María, que es Madre Nuestra! Que no nos importe repetirle durante
el día —con el corazón, sin necesidad de palabras— pequeñas
oraciones, jaculatorias. La devoción cristiana ha reunido muchos de esos
elogios encendidos en las Letanías que acompañan al Santo Rosario. Pero
cada uno es libre de aumentarlas, dirigiéndole nuevas alabanzas, diciéndole
lo que —por un santo pudor que Ella entiende y aprueba— no nos atreveríamos
a pronunciar en voz alta.
Te aconsejo —para terminar— que hagas, si no lo has hecho todavía, tu
experiencia particular del amor materno de María. No basta saber que Ella
es Madre, considerarla de este modo, hablar así de Ella. Es tu Madre y tú
eres su hijo; te quiere como si fueras el hijo único suyo en este mundo. Trátala
en consecuencia: cuéntale todo lo que te pasa, hónrala, quiérela. Nadie
lo hará por ti, tan bien como tú, si tú no lo haces.
Te aseguro que, si emprendes este camino, encontrarás enseguida todo el
amor de Cristo: y te verás metido en esa vida inefable de Dios Padre, Dios
Hijo y Dios Espíritu Santo. Sacarás fuerzas para cumplir acabadamente la
Voluntad de Dios, te llenarás de deseos de servir a todos los hombres. Serás
el cristiano que a veces sueñas ser: lleno de obras de caridad y de
justicia, alegre y fuerte, comprensivo con los demás y exigente contigo
mismo.
Ese, y no otro, es el temple de nuestra fe. Acudamos a Santa María, que
Ella nos acompañará con un andar firme y constante.
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