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Reflexiones
Marianas
Libro:
"Amigos de Dios
San
Josemaría Escrivá de Balaguer
Madre de Dios, Madre nuestra
Ego
quasi vitis fructificavi...: como vid eché hermosos sarmientos y mis flores
dieron sabrosos y ricos frutos. Así hemos leído en la Epístola. Que
esa suavidad de olor que es la devoción a la Madre nuestra, abunde en
nuestra alma y en el alma de todos los cristianos, y nos lleve a la
confianza más completa en quien vela siempre por nosotros.
Yo soy la Madre del amor hermoso, del temor, de la ciencia y de la santa
esperanza. Lecciones que nos recuerda hoy Santa María. Lección de amor
hermoso, de vida limpia, de un corazón sensible y apasionado, para que
aprendamos a ser fieles al servicio de la Iglesia. No es un amor cualquiera
éste: es el Amor. Aquí no se dan traiciones, ni cálculos, ni olvidos. Un
amor hermoso, porque tiene como principio y como fin el Dios tres veces
Santo, que es toda la Hermosura y toda la Bondad y toda la Grandeza.
Pero se habla también de temor. No me imagino más temor que el de
apartarse del Amor. Porque Dios Nuestro Señor no nos quiere apocados,
timoratos, o con una entrega anodina. Nos necesita audaces, valientes,
delicados. El temor que nos recuerda el texto sagrado nos trae a la cabeza
aquella otra queja de la Escritura: busqué al amado de mi alma; lo busqué
y no lo hallé.
Esto puede ocurrir, si el hombre no ha comprendido hasta el fondo lo que
significa amar a Dios. Sucede entonces que el corazón se deja arrastrar por
cosas que no conducen al Señor. Y, como consecuencia, lo perdemos de vista.
Otras veces quizá es el Señor el que se esconde: El sabe por qué. Nos
anima entonces a buscarle con más ardor y, cuando lo descubrimos,
exclamamos gozosos: le así y ya no lo soltaré.
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